Se necesitan vacaciones en el espíritu, constata el predicador del Papa

ROMA, miércoles, 14 julio 2004 (ZENIT.org).- La necesidad del creyente de dedicarse a Dios y a la oración tiene una oportunidad para ser satisfecha durante las vacaciones, recordó el martes el predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa, religioso capuchino.

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El propio Juan Pablo II el domingo pasado, antes de rezar el Ángelus desde la localidad Les Combes (Introd), en los Alpes italianos –donde pasa unos días de descanso dedicado a la oración, a la lectura y a la contemplación de la naturaleza–, hizo hincapié en las vacaciones como un período para dedicar a Dios redescubriendo «la indispensable dimensión interior de la existencia humana».

«Existe un momento en el Evangelio en el que Jesús dice a sus discípulos: “Venid aparte y descansad”. Creo que las vacaciones deberían ser un poco esto, un período diferente porque se tiene más tiempo libre para escuchar, sobre todo a la esposa, jugar con los hijos, leer un buen libro…», reflexionó el padre Cantalamessa ante los micrófonos de «Radio Vaticano».

«Es interesante –apuntó el religioso– que la palabra “festivo” originariamente –y también hoy, en el lenguaje litúrgico– significa día dedicado al culto»; la «fiesta» es por lo tanto «el día en que se hace vacación del resto de las actividades para dedicarse a una actividad diferente y por lo tanto, como dice la Biblia: “Acordaos de santificar las fiestas”»; «habría que decir también: “Acordaos de santificar los días festivos”».

Existe en la tradición espiritual católica la exhortación «vacare Deo» –estar libres para Dios y la oración–, una «necesidad» que sienten muchas personas y que les lleva «actualmente a pasar unas vacaciones verdaderamente distintas de las demás», constató.

«Acuden a lugares como monasterios, sitios alejados de las playas donde hay bullicio… –explicó el padre Cantalamessa–.Hay personas que eligen estas vacaciones y aman pasear en medio de la naturaleza… Esto, ciertamente, responde mejor las necesidades del alma porque permite al hombre descolgarse por un momento de la cadena de montaje».

«Las vacaciones deberían ser, como se dice en inglés, “holy days”, “días santos”», sintetizó.

Además en su opinión, en este período, «es una lástima que vayamos a ver escenarios, efectos “especiales” pero lejanísimos de la naturaleza, y descuidemos este gran espectáculo que Dios nos pone ante los ojoso gratuitamente, cada día».

Por ejemplo, contemplar en la montaña el colorido, o los abetos, «casi obliga» a cada momento a decir: «¿Pero quién ha hecho esto?», reconoció el predicador del Papa.

Y es que «el estupor ante la Creación forma parte de los sentimientos más universales y más antiguos del hombre».

«Había un autor medieval que decía que el hombre en estos casos debería sentirse como un maestro de orquesta en medio de todas estas voces de la naturaleza, que le dirige y le eleva, le orienta a la alabanza a Dios. A un cristiano que tenga un mínimo de familiaridad con la Escritura ciertamente no le faltan los medios para expresar estos sentimientos», concluyó.

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ZENIT Staff

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