Francesca di Giovanni y Giuseppina Roselli, historiadoras y oficiales del Archivo Secreto Vaticano, explican en la introducción de esta obra editorial la historia de la Oficina de Informaciones Vaticana (1939-1947), organismo creado por el Papa Pío XII para responder a las numerosas peticiones de personas que no sabían nada de sus seres queridos.
Con la ayuda de este documento, y de la reciente publicación de sus registros en los dos volúmenes, Zenit reconstruye la historia de esta red asistencial.
La sede de la Oficina se encontraba en un primer momento dentro de la Secretaría de Estado, en la Sección de Asuntos Ordinarios, en el Patio de San Dámaso. Era dirigida por el obispo ruso monseñor Alexander Evreinoff, asistido por un secretario, el sacerdote Emilio Rossi. Al inicio contaba con dos empleados y las peticiones de noticias sobre personas desaparecidas no superaban las sesenta al día.
Los principales interlocutores, en contacto continuo con la Oficina, eran los representantes pontificios en los diferentes países --nuncios, delegados apostólicos, vicarios-- que en sus sedes habían organizado oficinas de información, siguiendo el modelo a la creada en el Vaticano.
Estas oficinas recibían los módulos enviados por la Santa Sede y enviaban diariamente, a través de un mensajero, las respuestas y peticiones en formularios impresos con el escudo de la representación pontificia.
Además, durante las periódicas visitas pastorales a campos de concentración, hospitales, etc., los mismos representantes del Papa, a demás de responder a las necesidades espirituales y de ofrecer consuelo, distribuían entre los prisioneros correo y ayudas --libros, medicinas, alimentos, vestidos, tabaco, instrumentos musicales, etc--.
La actividad de la Oficina de Informaciones Vaticana experimentó un cambio importante con el avance alemán en los Países Bajos, Bélgica y Francia, a partir de la primavera de 1940, y con la entrada de Italia en la guerra, el 10 de junio.
El número de peticiones de información se elevó a centenares al día, de modo que la oficina tuvo que aumentar el personal, pasando de dos a dieciséis personas.
Dadas las dificultades para comunicar con las poblaciones de los países ocupados, surgió la idea de utilizar la colaboración de «Radio Vaticano». Los llamamientos radiofónicos para pedir u ofrecer informaciones o respuestas de refugiados o personas desaparecidas comenzaron el 20 de junio de 1940.
En 1944, «Radio Vaticano» llegó a transmitir 63 programas semanales dedicados exclusivamente a ofrecer este tipo de informaciones, lanzando 27.000 mensajes al mes.
La radio pontificia transmitía, en días y horarios establecidos, listas con los nombres de los prisioneros --civiles o militares-- y de los desaparecidos o refugiados, con noticias y mensajes captados por las nunciaturas, las delegaciones pontificias, y las curias diocesanas, que trataban después de transmitir a las familias.
Para agilizar y aumentar los mensajes se pronunciaban números convencionales en sustitución de frases. Por ejemplo, el número 3 significaba «estoy bien», el número 11 quería decir «espero vuestras noticias», el número 13 «mi dirección es la siguiente».
A inicios de 1941, al extenderse la guerra, aumentaron las peticiones dirigidas a la Oficina de Informaciones Vaticana (unas dos mil al día). Los empleados aumentaron hasta cien, ogligando a cambiar de lugar a las oficinas. El 1 de abril de 1941 la Oficina se transfirió al Palacio de San Carlos dentro del territorio vaticano.
La nueva sede se dividió en dos partes. Una se destinó al trabajo interno y la otra a la acogida de centenares de personas que acudían a estos locales para pedir informaciones de sus seres queridos y rellenar los formularios.
Eran, sin embargo, mucho más numerosas las peticiones que llegaban por correo. Por cada carta, se rellenaba una ficha a la que se le deba un número de protocolo. La oficina acogía estas peticiones sin distinción de raza, religión, nacionalidad, o estado social.
Los registros creados por las diferentes secciones de la Oficina de Informaciones, divididos por miles, se depositaban al final del día en cajas de madera. Este fichero de la Oficina se actualizaba cotidianamente. Para poder realizar este inmenso trabajo se pidió ayuda a voluntarios de la Acción Católica y a numerosas religiosas presentes en Roma pertenecientes a decenas de congregaciones religiosas.
Transmitidas estas peticiones a las diferentes representaciones pontificias en el mundo, los formularios respondidos eran recogidos por la sección de respuestas, encargada de la actualización de cada una de las fichas y de la transmisión de las noticias a las familias.
Cada semana, el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Giovanni Battista Montini --futuro Pablo VI-- convocaba una reunión en la que participaban el obispo Evreinoff, el padre Rossi, monseñor Angelo Baragel en representación de «Radio Vaticano», junto a otros obispos y monseñores de la Curia romana.
Los verbales de estas reuniones eran después presentados al Papa Pío XII para su aprobación.
La sección alemana de la Oficina tenía entre sus funciones atender a los ciudadanos judíos residentes en los territorios ocupados y controlados por Alemania. La correspondencia dirigida a alemanes y eslavos de religión judía era con frecuencia bloqueada o rechazada por la censura alemana.
De los judíos de Eslovaquia a Croacia se ocupaba la Obra de San Rafael, dirigida por el padre Anton Weber en la iglesia de los Padres Pallottinos en Roma.
En la segunda mitad de 1942, para promover la divulgación de estas noticias, la Oficina de Informaciones creó la revista mensual «Ecclesia», cuyo creador y director fue monseñor Montini. Se convirtió en el órgano informativo impreso de la Oficina vaticana de septiembre de 1942 hasta diciembre de 1945.
En 1943, la Oficina alcanzó el momento de su máxima actividad, con decenas de miles de peticiones cotidianas. En ese período, llegaron a trabajar seiscientas personas.
La Oficina de Informaciones Vaticana cerró sus actividades el 31 de octubre de 1947.
ÚLTIMAS NOTICIAS
Jul 15, 2004 00:00