Juan Pablo II se despide de los Alpes y se traslada a Castel Gandolfo

INTROD/CASTEL GANDOLFO, domingo, 18 julio 2004 (ZENIT.org).- Manifestando su profundo agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible unos días de sereno descanso en los Alpes italianos, Juan Pablo II se despidió en la tarde del sábado de las autoridades, fuerzas de seguridad y residentes de Introd y se trasladó a la residencia pontificia de Castel Gandolfo –a unos 30 kilómetros de Roma–, donde pasará el resto del período de verano.

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Doce días ha pasado en Les Combes (Introd), localidad del Valle de Aosta, sumergido en la naturaleza. El lugar está en el Parque Nacional del Gran Paraíso, a los pies del Mont Blanc. Por décima vez ha podido trasladarse a la zona (la última fue en 2001).

La mañana del sábado, antes de concluir su estancia en los Alpes, Juan Pablo II dedicó mucho tiempo a despedirse de todas las personas que han permanecido cerca de él estos días, como los salesianos –que están a sólo 50 metros de la casa donde ha residido– o la policía, que le ha procurado privacidad, constató «Radio Vaticano».

Además el Papa pidió encontrarse con los niños que han nacido este año en Introd. Nueve en total, con sus madres, fueron invitados a reunirse con él unos minutos antes de patir.

«Antes de dejar este lugar encantador, donde he podido pasar un período de tonificador reposo, siento la necesidad de dirigirle mi más sincero agradecimiento a usted, señor alcalde, a la Junta y a todo el Consejo Municipal de Introd por la cordial acogida que me han dispensado junto a mis colaboradores», dijo el Papa en la tarde del sábado al despedirse de las autoridades.

«Conservando en la mente y en el corazón el recuerdo de tantas atenciones» que le han ofrecido, Juan Pablo II hizo extensivo su agradecimiento a todos cuantos «han cooperado al sereno transcurso» de su estancia en Les Combes.

«Pido al Señor, cuya omnipotente providencia se vislumbra en estos paisajes alpinos, que siga protegiendo a la comunidad y a los administradores de Introd. Que desde lo alto de esta montaña vele por vosotros, queridísimos hermanos y hermanas, la Virgen del Gran Paraíso. Por mi parte os aseguro un especial recuerdo en la oración», expresó el Papa.

Al recibirles, el Papa reconoció que todos los miembros de las fuerzas de seguridad «que con eficacia y discreción han velado por la buena marcha» de su estancia en el Valle de Aosta –un «servicio no fácil»– han sido para él como «ángeles custodios», y por sus esfuerzos les dio las gracias «de corazón» .

Encuentros con personas conocidas, lectura, oración y largos paseos han constituido el programa de este breve período. Todos los días ha salido el Papa de excursión en coche por los bosques alpinos, salvo una ocasión que la lluvia y riesgo de tormenta lo impidió.

Además, las visitas a monasterios de religiosas se han convertido en otra de las actividades de Juan Pablo II en estas vacaciones en los Alpes italianos. El martes pasado aprovechó una de sus excursiones a la montaña para visitar el monasterio de carmelitas «Mater Misericordiae» –en la localidad de Villair di Quart–, del que bendijo la primera piedra en 1986 en visita pastoral a la diócesis de Aosta.

El día siguiente visitó a los religiosas benedictinas del convento «Regina Pacis», de la misma diócesis. También fueron invitados a encontrarse con el Santo Padre en ese mismo monasterio los canónigos del monasterio del Gran San Bernardo, a quienes ya había visitado en otros años.

El viernes, el incendio de una escuela en la India –durante el cual fallecieron numerosos alumnos– turbó las vacaciones de Juan Pablo II, quien al recibir la noticia se recogió en oración. Profundamente entristecido por el suceso, hizo llegar un telegrama a todos los afectados expresando su cercanía en la oración.

A las cuatro de la tarde del sábado Juan Pablo II partió de Les Combes en coche hacia el aeropuerto de Aosta, donde fue despedido por el obispo diocesano, monseñor Giuseppe Anfossi. Desde el aeropuerto romano de Ciampino se trasladó directamente a Castel Gandolfo, a la residencia estival de los pontífices –a unos 30 kilómetros al sur de la capital italiana–, donde pasará como en años anteriores el resto del verano realizando sus actividades ordinarias.

Para los fieles de la diócesis de Albano acoger al Santo Padre es un «gran gozo» y un «gran privilegio que nos permite vivir estos meses de verano con intensidad eclesial», reconoció el obispo local, monseñor Agostino Vallini.

Además –constató– «se crea un clima de mucha cordialidad, de mucha familiaridad» que «el Santo Padre agradece mucho» los domingos, en el encuentro con los peregrinos para rezar la oración mariana del Ángelus. Y es que en Castel Gandolfo los fieles se reúnen con el Papa en el patio del Palacio Apostólico a sólo dos o tres metros de distancia. Así ha sido, como es costumbre, en la mañana de este domingo.

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ZENIT Staff

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