Presidente del episcopado pakistaní: La ley sobre la blasfemia «es injusta y debe ser derogada»

La norma se utiliza por venganza personal y para perseguir a las minorías

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LAHORE, domingo, 18 julio 2004 (ZENIT.org).- Reconociéndose poco optimista por el anuncio de modificación de la Ley sobre la blasfemia, en vigor en Pakistán, el presidente de la Conferencia Episcopal del país, monseñor Lawrence Saldanha, ha declarado que en cualquier caso se trata de una ley «injusta que debe ser derogada».

La ley sobre la blasfemia –secciones 295 B y C del Código Penal pakistaní— fue introducida en 1986. La sección 295-B se refiere a las ofensas al Corán, castigadas incluso con cadena perpetua, mientras que la sección 295-C prevé la pena de muerte o cadena perpetua a «cuantos con palabras o escritos, gestos o representaciones visibles, con insinuaciones directas o indirectas, insultan el sagrado nombre del Profeta».

La disposición, que permite encarcelar al presunto trasgresor en virtud de simples declaraciones orales ofrecidas por cualquier ciudadano, favorece su utilización como medio de venganza personal. También es manipulada por los militantes islámicos para perseguir a los cristianos o a cuantos no estén de acuerdo con ellos

Ahora el gobierno ha elaborado una «Enmienda de la ley penal» para modificar el delito de honor, la ley sobre la blasfemia y las ordenanzas «Hudud» –introducidas en 1979 y basadas en el Corán, prevén la flagelación y la lapidación por adulterio, juegos de azar o consumo de alcohol. Según la enmienda, el «delito de honor» — que legitima la lapidación de una presunta adúltera– sería declarado homicidio.

«No soy muy optimista acerca de la propuesta de revisión de la ley sobre la blasfemia –admitió a “Fides” monseñor Saldanha, arzobispo de Lahore–. Hay una fuerte oposición por parte de grupos extremistas. Y luego la enmienda tendrá que pasar al examen del Consejo del Islam. Nosotros, los cristianos, tenemos esperanza, pero no nos hacemos ilusiones».

«Se habla de revisar la ley, no de cambiarla radicalmente. Pero ésta es una ley injusta que debe ser derogada –subrayó el prelado–. Parece que el gobierno quiera hacerlo, pero tiene que tener en cuenta a la gente y sobre todo a los grupos religiosos islámicos radicales que amenazan con movilizaciones».

«Mientras tanto –denunció–, los cristianos siguen siendo víctimas inocentes de esta ley injusta. Y después de los últimos casos recientes (como el de Samuel Masih y Javed Anjum) ha vuelto a cundir el miedo entre los cristianos» (Cf. Zenit, 2 de junio de 2004).

De hecho –confirmó– «actualmente los cristianos en la cárcel bajo acusación de blasfemia son más de 80, un número altísimo si pensamos que somos apenas algo más del 1% de la población pakistaní».

El martes pasado el ministro federal de asuntos religiosos Ejaz ul Haq anticipó que la Ley sobre la blasfemia seguirá previendo la pena de muerte como condena y las anunciadas modificaciones se limitarán al procedimiento y a la aplicación de la norma.

Con todo, el ministro admitió que se ha registrado un abuso de la Ley en los últimos 18 años. En efecto, desde 1927 a 1986 se registraron sólo 7 casos de blasfemia, mientras que desde 1986 hasta la fecha se han notificado más de 4 mil. Según la nueva modificación, sin embargo, también quien sostenga acusaciones falsas será castigado con la muerte.

Un informe recientemente publicado por la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Pakistán, al que aludió monseñor Saldanha, denuncia que ninguna otra ley basada en principios religiosos tiene consecuencias tan devastadoras sobre la población como la Ley sobre la blasfemia.

El documento «revela y denuncia la violación de los derechos humanos de las minorías en Pakistán». «Queremos que todo el país y la comunidad internacional se den cuenta de lo que está ocurriendo», explicó.

Son 150 páginas que recogen la condición de los trabajadores (restricciones, salarios bajos, explotación), de las mujeres (enumerando todas las violaciones de sus derechos), de la libertad religiosa y de expresión.

La Comisión episcopal pide la abolición de las leyes que discriminan a las minorías religiosas y la constitución de una Comisión independiente, con poderes judiciales, que acoja las reclamaciones y las denuncias de las minorías.

De los 143 millones de habitantes de Pakistán, el 75% son musulmanes suníes y el 20% son chiíes. Los cristianos representan el 2%. Los católicos son 1,2 millones.

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ZENIT Staff

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