SANTIAGO DE COMPOSTELA, viernes, 23 julio 2004 (ZENIT.org–Veritas).- El cardenal Giovanni Battista Re, prefecto de la Congregación para los Obispos, dijo este jueves en la catedral de Santiago de Compostela, que «si faltamos a la misa dominical no nos podemos llamar cristianos porque poco a poco nos faltará Cristo».
El cardenal pronunció estas palabras durante la Novena al Apóstol Santiago, en la que están participando varios obispos españoles y que finalizará el próximo sábado 24 de julio, víspera de la fiesta del Apóstol, con la intervención del cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid.
El prelado se refirió a la Misa dominical como «elemento irrenunciable de la vida cristiana» y afirmó que «se trata de una riqueza, de un tesoro, que no podemos perder sino que hemos de custodiarlo con fidelidad porque sin la Misa dominical la vida cristiana queda como sin respiración y se desdibujan, incluso se pierden, sus señas de identidad».
El cardenal aseguró que la eucaristía dominical «representa un tema de capital importancia para el futuro de la Iglesia, pues si no se celebra el domingo no se alimenta la fe, no se vive la esencial dimensión comunitaria de la Iglesia».
El encuentro «con Cristo vivo y presente en el misterio de su Cuerpo y de su Sangre que se nos dona» y «la relación con la comunidad cristiana» es un escudo contra el aislamiento del cristiano «en un mundo secularizado que tiende a ignorar a Dios».
«El incumplimiento del precepto dominical debilita la fe y sofoca el testimonio cristiano. Cuando el Domingo pierde su significado fundamental como Día del Señor y se convierte simplemente en fin de semana, simple día de evasión y de diversión, queda uno encerrado en un horizonte terreno tan estrecho que ya no deja ver el cielo», afirma el cardenal.
Recordando a los 48 mártires de Aritinia, que en el año 303 «fueron interrogados y después condenados por el juez por haber asistido a la misa el domingo», el cardenal Re pronunció las mismas palabras dichas por los mártires y que todo cristiano debería pronunciar: «Nosotros no podemos vivir sin celebrar el Domingo».
El prefecto de la Congregación para los Obispos animó a «descubrir de nuevo y acoger en toda su riqueza el sentido del Domingo como Día del Señor, como día de la alegría de los cristianos» y a «salvar y vivir profundamente la identidad religiosa de este día».
«La fidelidad a la Eucaristía dominical da a la vida un dinamismo cristiano que lleva a mirar al cielo sin olvidarse de la tierra y a mirar a la tierra en la perspectiva del cielo. La fidelidad a la Eucaristía dominical revitaliza semanalmente nuestra fe y hace crecer en nosotros la fe de Dios y la necesidad de la oración», añadió.
Respecto a la oración, el cardenal Re sostuvo que «la vida espiritual se progresa en la medida en que se reza» y afirmó que «el secreto para afrontar las dificultades de la vida se encuentra en la oración: quien reza no se desanima ante los problemas personales y sociales pues siente que Dios está a su lado y encuentra consuelo en el pensamiento de la providencia divina».
«El tiempo que se da a Dios no es nunca un tiempo perdido. Lo confirma el testimonio de tantos santos. El tiempo que se dona a Dios se convierte también en fuente de entrega al cumplimiento de los propios deberes y al bien de nuestros hermanos», aseguró el prelado.
Finalmente, el cardenal afirmó que «es importante aprender el arte de la oración porque mediante ésta podemos obtener y realizar lo que no podemos con nuestras solas fuerzas».
En este contexto, recordó también que «Europa necesita un alma» y dijo que «la colaboración que se pide a los cristianos de hoy para construir Europa es sobre todo la de su fidelidad a Cristo en fidelidad a su Evangelio».