LUJÁN (BUENOS AIRES), lunes, 26 julio 2004 (ZENIT.org).- Ser testigo y colaborador de la acción de la gracia para que los jóvenes puedan responder libremente a la llamada de Dios: ésta es la «bella y exigente responsabilidad» del formador de los seminarios, explica a Zenit el padre Daniel Félix Blanco, vicepresidente de la Organización de Seminarios Latinoamericanos (OSLAM).
Más de 40 formadores de Seminarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, Paraguay, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay participan en estos momentos en el XXVI Curso para Formadores de Seminarios Mayores que ha organizado en Luján (Buenos Aires) el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) –a través del Departamento de Vocaciones y Ministerios (DEVYM)– y la OSLAM.
Esta organización se ocupa de «prestar el servicio de agrupar, en espíritu de comunión eclesial, a las Organizaciones Nacionales de Seminarios y, donde éstas no existen, a los Seminarios Nacionales de Latinoamérica, para la cooperación, diálogo y servicio entre los mismos, quedando a salvo su autonomía, su carácter y su espíritu propio», aclara el padre Blanco, también rector del Seminario de Córdoba (Argentina).
Por su parte, el CELAM presta servicios de contacto, comunión, formación, investigación y reflexión a las 22 Conferencias Episcopales desde México hasta el Cabo de Hornos, incluyendo el Caribe y las Antillas.
Conscientes de la importancia de formar sacerdotes «que estén verdaderamente a la altura de estos tiempos, capaces de evangelizar al mundo de hoy» (Cf. Pastores dabo vobis, n. 10), los organizadores del Curso Latinoamericano para Formadores de Seminarios facilitan a éstos un «espacio de estudio, de diálogo, de búsqueda compartida y de discernimiento evangélico», añade el padre Blanco a Zenit.
–¿Qué objetivos persigue este Curso Latinoamericano para Formadores de Seminarios?
–P. Félix Daniel Blanco: En general, favorecer la preparación específica y la continua actualización de los formadores de los Seminarios de Latinoamérica. Sus objetivos específicos son: 1) Distinguir los elementos básicos de un Seminario Mayor e integrarlos en un proyecto global que responda a las exigencias de la formación de los futuros pastores. 2) Analizar, reflexionar y valorar las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral de la formación sacerdotal. 3) Distinguir, reflexionar y valorar los criterios para la formación en los seminarios que ayuden a los futuros pastores a asumir los retos de la Nueva Evangelización el siglo XXI.
–¿Cuáles son los retos de la formación en los Seminarios Mayores latinoamericanos hoy?
–P. Félix Daniel Blanco: El mayor reto es el de formar pastores que estén verdaderamente a la altura de los requerimientos del momento actual, de modo que puedan ser entusiastas anunciadores del Evangelio en medio de las difíciles condiciones de nuestros pueblos.
En dependencia del mencionado anteriormente, se advierte como un reto muy importante el de atender a la formación integral y permanente de los formadores.
En obediencia a las indicaciones del Papa Juan Pablo II (Cf. «Nuovo Millennio Ineunte»), otro desafío es el de hacer de los Seminarios «casa y escuela de comunión», espacios formativos en los que la espiritualidad de la comunión sea vivida de manera muy concreta, por el Equipo de Formadores, toda la Comunidad Educativa del Seminario, y en las múltiples relaciones que el Seminario ha de mantener con la Iglesia local, bajo la guía de su Pastor.
–¿Cuál es la responsabilidad del formador de Seminarios?
–P. Félix Daniel Blanco: La bella y exigente responsabilidad del formador de los Seminarios es la de ser testigo y colaborador de la acción de la gracia en el corazón de los jóvenes, a fin de que puedan responder con personal y libre generosidad a la llamada de Dios y, si su vocación es la presbiteral, se dispongan de la mejor manera a la configuración sacramental con Jesús Buen Pastor, para el servicio de su Pueblo.
–¿Qué situación atraviesan las vocaciones sacerdotales en Latinoamérica?
–P. Félix Daniel Blanco: Creo que las vocaciones en Latinoamérica se encuentran en una situación excepcionalmente favorable, debido a que en medio de las dificultades sociales y culturales de nuestros pueblos, se dan las condiciones para que el Espíritu de Dios suscite, como ya lo está haciendo, respuestas de particular genuinidad y radicalidad evangélicas. Nuestras Iglesias locales, desde sus Pastores y en todos sus miembros, están siendo constantemente desafiadas a una mayor conversión, a centrarse en lo esencial, a vivir de la fe, animadas por la esperanza que no defrauda, en la imaginación de la caridad, renovando cada día la confianza en Aquel que nos aseguró que estaría siempre con nosotros.
–¿Continúa durante la formación del seminarista el discernimiento vocacional? ¿Una crisis de vocación apunta a una crisis de formación?
–P. Félix Daniel Blanco: Toda la propuesta formativa de los Seminarios está orientada a capacitar para la respuesta libre y personal del joven al llamado de Dios. A la decisión que comprometerá toda su vida de modo definitivo y total en el ministerio presbiteral, ciertamente ha de precederla un cuidadoso discernimiento evangélico en el Espíritu Santo, que el Seminario procura favorecer por los medios pedagógicos que se consideran más aptos.
–A grandes rasgos, ¿cómo prepara un Seminario Mayor al futuro sacerdote? ¿Qué dimensiones abarca la formación del candidato y cómo se abordan?
–P. Félix Daniel Blanco: El Seminario Mayor procura por diversos medios pedagógicos que el joven vaya progresiva y armónicamente madurando en las diversas dimensiones de su vida en orden a su configuración existencial con Jesús Buen Pastor: son las dimensiones humano-afectivo-comunitaria, teologal-espiritual, cultural-intelectual, apostólico-pastoral.
–¿Cómo se ha actualizado la formación en los seminarios para afrontar el desafío evangelizador que plantea el nuevo milenio?
–P. Félix Daniel Blanco: De manera muy diversa según es diversa la situación de los Seminarios en Latinoamérica. En general, me atrevo a afirmar que ha sido el resultado de búsquedas y diálogos compartidos, a partir de las constataciones de la realidad, iluminados por las enseñanzas de la Iglesia y por lo que el Espíritu ha ido suscitando en nuestras Iglesias locales. Un fruto muy apreciable es la importancia creciente concedida en América Latina a la formación de los sacerdotes llamados a servir en el Seminario.
–¿Cómo se forman los formadores de seminarios?
–P. Félix Daniel Blanco: Gracias a Dios, son muchas las instancias disponibles hoy en Latinoamérica para la formación de formadores de Seminarios. Muchas de ellas, como este Curso que se está desarrollando en Luján, Argentina, desde el 4 de este mes de julio hasta el día 30, alentadas desde el CELAM, a través de la OSLAM, reúnen a formadores de muchos países. Otras son promovidas por las Organizaciones Nacionales de Seminarios, a diversos niveles y en distintos momentos del año, y con diferentes modalidades.
Estamos asistiendo a un momento particularmente fecundo para la formación sacerdotal en América Latina, que se refleja no sólo en la gran cantidad de iniciativas como Encuentros, Cursos, etc., sino también en las publicaciones periódicas de gran valor y principalmente, en la seriedad y el entusiasmo con que los formadores latinoamericanos afrontan hoy su misión
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