Al referirse a los cuatro días que permaneció secuestrado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) el prelado dijo su llegada a Yopal, en un helicóptero militar, con los ojos húmedos, aunque en buenas condiciones de salud: «Me dijeron que iban a mandar conmigo un mensaje para el gobierno, pero según ellos por algún operativo la persona que iba a llevar el mensaje no se hizo presente».
Es posible que el mensaje no llegara a los guerrilleros a causa del dispositivo de unos mil hombres desplegados por órdenes del presidente Álvaro Uribe para rescatar al obispo.
«Me trataron bien, en forma respetuosa, estoy muy bien, Gracias a Dios todo terminó bien», declaró el obispo quien tuvo que caminar durante horas por una región montañosa tras su liberación.
Los feligreses de Yopal, sede del obispado, que realizaban una marcha de protesta, estallaron en aplausos y en muestras de agradecimiento cuando se conoció en la tarde del martes el fin del cautiverio.
Monseñor Vacca, de 48 años, estaba promoviendo negociaciones de paz en la región del Casanare, donde grupos paramilitares rivales sostienen desde hace meses enfrentamientos que han dejado centenares de muertos por el control de extensos territorios petroleros y agropecuarios.
Además de la violencia paramilitar, Casanare sufre también la acción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del ELN, los dos principales grupos rebeldes del país.
El secuestro ha conmocionado a este país de más de 40 millones de habitantes, mayoritariamente católico, azotado por un conflicto interno de cuatro décadas que ha dejado 35.000 civiles muertos en los últimos dos lustros.
Juan Pablo II calificó ese mismo martes el secuestro de «acto criminal, totalmente injustificable», y pidió con «firmeza la liberación inmediata del prelado».
Amnistía Internacional calificó como «inaceptable» el recurrir al secuestro de personas para perseguir fines políticos.
En noviembre de 2002, las FARC secuestraron al obispo de Zipaquirá, monseñor Jorge Enrique Jiménez, quien entonces era presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Tras cuatro días de cautiverio fue rescatado por las fuerzas militares.
Un plan de seguridad a nivel nacional aplicado por el presidente Uribe ha hecho que descienda el número de secuestros. En 2003 bajaron en un 26%, contabilizándose un total de 2.200 casos.
El secuestro ha tenido lugar en momentos en los que el ELN, que se caracteriza por sus ataques contra la infraestructura petrolera y energética del país, explora la posibilidad de establecer un diálogo de paz con el gobierno de Uribe, con la mediación de México.
En los últimos dos años han sido amenazados, secuestrados o muertos más de cien representantes de la Iglesia católica.
«Vamos a seguir trabajando sin desfallecer hasta que Dios lo permita, este hecho no puede mermar nuestra labor, al contrario nos anima a continuar con más fe», afirmó el obispo liberado.