Habla un sacerdote tetrapléjico que visitó al protagonista de una película pro-eutanasia (II)

Entrevista con Luis de Moya

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PAMPLONA, jueves, 9 septiembre 2004 (ZENIT.org).- «Un intento de trivializar la eutanasia» para «preparar el terreno para su próxima legalización» en España: así define la película «Mar adentro» un sacerdote (y médico) tetrapléjico, Luis de Moya, en esta entrevista concedida a Zenit.

Para ello, la cinta «utiliza» la «triste historia» de Ramón Sampedro, también tetrapléjico por un accidente quien se quitó la vida en 1998. Un año y medio antes de que esto ocurriera, Luis de Moya le visitó personalmente.

En esta segunda parte de la entrevista, el sacerdote alerta de las consecuencias de una eventual legalización de la eutanasia en España y analiza el sentido del dolor desde su propia condición.

–Hay personas que se suicidan, y los motivos son muy diversos. ¿Cree que el caso de Ramón Sampedro se utiliza simplemente en una apología de la eutanasia? Al fin y al cabo, él no era un enfermo terminal, sino alguien sin deseos de vivir en sus circunstancias.

–Luis de Moya: En mi opinión parece muy claro que se utiliza su triste historia en un intento de trivializar la eutanasia y de ese modo preparar el terreno para su próxima legalización. No pienso invertir ni 1 euro en la película y recomiendo a los demás otro tanto, a menos que quieran invertir en la contemplación de una articulada y sentimental cascada de mentiras.

Administrar la muerte a voluntad del paciente pudiera parecer en una primera y superficial observación un acto de máximo respeto a su libertad. Eso sostienen bastantes partidarios de la eutanasia. Sin embargo, únicamente parece lógico que esté a nuestra disposición la vida animal. De hecho, tratamos al otro como a un animal cuando nos permitimos acabar con su vida (tanto da si es con su voluntad): como al típico caballo de carreras con la pata rota que ya no podrá ser nunca el mismo.

Y, a fin de cuentas, los deseos de alguien los consentimos sólo cuando son correctos, no en cualquier caso. Y desear morir a toda costa nunca será correcto.

–¿Le preocupa el impacto que puede tener la película, especialmente en los 35.000 parapléjicos, tetrapléjicos y lesionados medulares que viven en España?

–Luis de Moya: No es eso lo que me preocupa. Los lesionados medulares, así como los discapacitados en general, tienen muy madurada su convicción acerca de la vida y de su sentido: la influencia de la película en ellos será nula.

Me preocupa más bien la influencia en la sociedad en general: en la gran mayoría de ciudadanos que, ajenos en principio al trance y al dolor de una vida terminal, imbuidos por la falsedad que empapa toda la historia que nos cuenta Amenábar, concluyan que la eutanasia es lo más razonables para casos como el de Sampedro.

–¿Qué consecuencias prevé de una eventual regulación de la eutanasia en España?

–Luis de Moya: Si la eutanasia se legaliza en España, me imagino que al poco tiempo surgirán centros «especializados» como en otros países. Serán, en fin, lo correspondiente en el caso del aborto a las clínicas tipo «Dator» (en Madrid. Ndr), en las que asimismo únicamente se producen muertes. «Profecías» acerca de estos centros tenemos ya desde hace años (Cf. www.muertedigna.org/textos/euta31.html).

La inseguridad de los enfermos crónicos y de los ancianos que ya no pueden cotizar les llevará a huir a otros países, como hacen por ejemplo los holandeses. No olvidemos que está demostrado por estudios oficiales, concretamente en Holanda, que la tercera parte de las muertes por eutanasia se producen sin consentimiento del paciente. Existen estudios, como el del profesor José Miguel Serrano Ruiz-Calderón, de la Universidad Complutense de Madrid, «Eutanasia y vida dependiente», que demuestran el alto grado de desprotección ante la ley que padecen los que dependen de otros para vivir. Y esto por muy estricta que pretenda ser la ley.

Como contrapartida «favorable», aparte de la comodidad de no tener que atender al discapacitado, que podría echarse de menos en algún caso, está ante todo en el importante ahorro presupuestario de las pensiones que el Estado ya no tiene que pagar.

–No se necesita ser creyente para que muchas personas con graves limitaciones físicas se aferren a la vida y luchen por mejorarla. ¿Qué añade la fe a una persona enferma o con incapacidades?

–Luis de Moya: Son, en efecto, muchos los no creyentes con ideales humanos y con logros importantes en la vida. Sin embargo, el cristiano puede dar por su fe una relevancia muy singular a su contradicción y al plus de esfuerzo que le supone el solo hecho de vivir en sociedad. La persona de fe es capaz de contemplar la Cruz redentora de Cristo presente de modo singular en su vida y, por lo tanto, es capaz de valorar el sentido de su sufrimiento (Cf. «El valor del sufrimiento»). Lo del cristiano es el optimismo. Apoyado en el poder y bondad de su Padre Dios no tiene miedo a la vida ni miedo a la muerte.

–Nadie está libre de limitaciones o de perder capacidades, sufrir la privación de sentidos (vista, oído, habla), e incluso las que imponga la propia vejez. ¿Nos da miedo vivir?

–Luis de Moya: Nos da miedo el dolor, inseparable de suyo de la vida. Querríamos una vida humana, para empezar, sin sufrimiento alguno y, a continuación, conformada al gusto de nuestras ocurrencias. Ese deseo de bien sensible es bueno, normal y connatural al hombre. La simple razón humana y más todavía la fe nos enseñan, sin embargo, que los bienes materiales no tienen capacidad para saciar a los hombres. Pero existe toda una corriente ideológica, bien conocida y dominante en amplios sectores de la sociedad, que nos repite de mil modos que basta con lo sensible si es a la medida del gusto personal para ser completamente feliz. Son también lógicamente los partidarios de la eutanasia.

–¿Cuáles son las «parálisis» más importantes que sufre hoy el hombre y la sociedad?

–Luis de Moya: Posiblemente nunca como hoy se habló tanto de amor y no sé si en otros tiempos se pudo ignorar más su genuino sentido. Cuando amor se identifica a efectos prácticos con sentimiento y placer; cuando todo sufrimiento es para evitar; cuando amor y sufrimiento serían incompatibles, contradictorios; entonces resulta imposible para bastantes entender aún hoy, como hace veinte siglos, la «locura» de Amor de «Cristo crucificado, escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados, judíos y griegos, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres». Así se expresaba san Pablo, como digo, hace 2000 años.

[Entrevista realizada por Marta Lago – ZENIT]

[ La primera parte de esta entrevista se publicó en Zenit, 8 de septiembre de 2004 ]

Más información en www.muertedigna.org .

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ZENIT Staff

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