CIUDAD DEL VATICANO, martes, 5 octubre 2004 (ZENIT.org).- «Gracias a Dios os habéis salvado», fueron las palabras con las que Juan Pablo II acogió este martes en el Vaticano a las dos jóvenes cooperantes italianas que habían sido secuestradas en Irak.
Las dos «Simonas», como son conocidas en Italia, Simona Pari y Simona Torretta, tras haber sido liberadas el 28 de septiembre pasado, habían pedido una audiencia al Santo Padre para agradecerle sus oraciones y los llamamientos a la liberación de los secuestrados en ese país.
Las muchachas, que pasaron 21 días de cautiverio junto a dos colaboradores iraquíes –un ingeniero y otra mujer cooperante–, llegaron al Vaticano acompañadas por su familia.
Según ellas mismas declararían después a la RAI, al ver al Papa permanecieron durante casi todo el tiempo de rodillas, ante él, «como atraídas por esos ojos que decían mucho más que mil palabras».
«Queríamos darle las gracias, porque sabemos que usted ha estado muy cerca de nosotras durante todo este tiempo, en los días de nuestro cautiverio», le dijo al Papa Simona Torretta. Y repitió: «Queríamos darle las gracias».
El 8 de septiembre, al día siguiente del secuestro de las dos muchachas, el Papa dirigió una oración especial al final de la audiencia general en la que pedía su liberación, al igual que la de todos los secuestrados en Irak.
Este sábado, al recibir el «Premio a la valentía política» («Prix du courage politique»), el obispo de Roma exigió poner punto final el «comercio de vidas humanas» que tiene lugar con los secuestros de personas.