CARACAS, lunes, 25 octubre 2004 (ZENIT.org).- La presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha lanzado un llamamiento a la imparcialidad al Consejo Nacional Electoral del país con vistas a la celebración de las elecciones regionales y municipales.
A los electores exhorta además a sacudirse la pasividad «en elecciones que nos atañen a todos», dice un comunicado del miércoles pasado, firmado por el presidente de la CEV, el arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Enrique Porras Cardozo.
Firman también el documento el arzobispo de Maracaibo, monseñor Ubaldo Santana Sequera, y el arzobispo de Valencia, monseñor Jorge Urosa Savino, respectivamente vicepresidentes primero y segundo del organismo, y el secretario general, monseñor José Luis Azuaje Ayala, obispo auxiliar de Barquisimeto.
Será el próximo 31 de octubre cuando los venezolanos elijan 23 gobernadores provinciales, el alcalde mayor de Caracas y los alcaldes y concejales de 334 municipios.
«El ejercicio del voto es un derecho y un deber», recuerdan los obispos miembros de la presidencia de la CEV, «pero la obligación de votar, que exige elegir en conciencia, presupone la responsabilidad del Consejo Nacional Electoral» (CNE).
Éste, «como organismo de servicio público, debe brindar las condiciones legales y administrativas que, sin excepción, respeten ese derecho a todos», subrayan los obispos.
«La razón de ser de un poder electoral autónomo –advierten– conlleva una imparcialidad, el no favorecer a unos en detrimento de otros».
«De allí la necesidad de que su composición sea plural en todos los niveles, y la conveniencia de que sus decisiones sean unánimes en lo posible, para que la población tenga confianza en que está ante un árbitro justo y equilibrado, que debe» «garantizar mecanismos trasparentes, ayudar a crear un clima más positivo, a fin de estimular la mayor participación», aclaran los prelados.
De acuerdo con la presidencia de la CEV, por su parte «la dirigencia política debe estimular responsablemente» la participación en los comicios «y no hacerle el juego a las cuotas de poder, individuales o partidistas, que distorsionan el sentido y ejercicio de la función pública».
«Su misión es diseñar programas y ofertas que respondan a las necesidades de la población», añaden los prelados, señalando la urgencia de «recuperar la importancia de una vida política coherente con los postulados democráticos, que no defraude las expectativas de la gente, en particular de los más pobres, y que sea fiel a los principios de la dignidad de la persona humana y el bien común».
El vicepresidente ejecutivo de Venezuela, José Vicente Rangel, ha declarado que el llamamiento episcopal a la participación en las votaciones es una «posición que compartimos totalmente».
«Este pronunciamiento [el de la presidencia de la CEV. Ndr] tiene gran importancia en momentos en que sectores minoritarios del espectro político hacen llamados a la abstención», recalcó Rangel.
«El llamado que hacen los voceros de la Conferencia Episcopal sobre la imparcialidad de las autoridades electorales, también lo compartimos», afirmó.
De todas formas, Rangel manifestó que la actuación del CNE el 15 de agosto «fue impecable y tenemos la certeza de que ocurra lo mismo para las elecciones regionales del próximo 31 de octubre».
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quedó ratificado en el poder hasta el año 2006 al ganar con más del 59% de los votos el referéndum revocatorio celebrado el 15 de agosto, según resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE), considerados por la oposición como fraudulentos.
El presidente del episcopado del país, monseñor Porras, manifestó dos días después su «enorme preocupación» por las dudas surgidas por la manera en que se habían hecho públicos los resultados de la consulta popular sobre la permanencia en el poder de Chávez.