El Papa pide a Irán que garantice la libertad religiosa

Al recibir al nuevo embajador de Teherán ante el Vaticano

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 29 octubre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este viernes a las autoridades iraníes que respeten la libertad religiosa de los cristianos y de todos los ciudadanos que viven en el país al recibir al nuevo embajador de Teherán ante la Santa Sede.

Dirigiéndose en francés al nuevo embajador de Teherán, Mohammad Javad Faridzadeh, quien hasta ahora era represente particular del presidente de Irán para las cuestiones culturales y políticas internacionales, el pontífice pidió «el apoyo de las autoridades iraníes para permitir a los fieles de la Iglesia católica presentes en Irán, así como a los demás cristianos, la libertad de profesar su religión».

Asimismo reivindicó «el reconocimiento de la personalidad jurídica de las instituciones eclesiásticas, favoreciendo de este modo su trabajo en el seno de la sociedad iraní».

Entre los derechos fundamentales, afirmó el Papa, «se encuentra en primer plano el derecho a la libertad religiosa, que es un aspecto esencial de la libertad de conciencia y que revela precisamente la dimensión trascendente de la persona».

«La libertad de culto es un aspecto de la libertad religiosa, que debe extenderse a todos los ciudadanos del país», afirmó el Santo Padre.

En 12 de febrero pasado tuvo lugar en Roma un congreso para celebrar los cincuenta años de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede e Irán.

En ese país, unos 23.000 católicos viven entre una población de algo menos de setenta millones de habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes chiíes.

El arzobispo Giovanni Lajolo, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, declaró con este motivo a «Radio Vaticano» que «la Santa Sede está atenta para defender y tutelar su libertad de conciencia, de fe, de religión, vivida tanto individualmente como en comunidad».

«Por parte iraní, se nos asegura que hay plena libertad de conciencia para los católicos y también de culto», informaba el arzobispo.

«Nosotros tenemos interrogantes que quedan por resolver», añadió, refiriéndose «ante todo a la libertad de culto, a la libertad de organización, la concesión de visas de entrada a los religiosos que vienen de fuera y cuya presencia es necesaria para el pequeño número de católicos de Irán».

«Tenemos, después, problemas que afectan a las escuelas, que al inicio de los años ochenta fueron expropiadas a las instituciones católicas que las dirigían», constató monseñor Lajolo.

«Nuestras relaciones con Irán son, de todos modos, relaciones animadas por una mutua buena voluntad de entendimiento y de una concordia cada vez mayor», concluye el secretario vaticano para las Relaciones con los Estados.

El Informe 2004 sobre la Libertad Religiosa en el Mundo, redactado por Ayuda a la Iglesia Necesitada, constata las dificultades que tienen los musulmanes que deciden convertirse al cristianismo en Irán.

En particular, señalaba el caso de un ciudadano iraní que ha recibido asilo político de un tribunal de Leipzig (Alemania) tras su conversión.

El informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre la libertad religiosa publicado el 15 de septiembre también denuncia las hostilidades y represiones a las que son sometidas las religiones minoritarias en Irán.

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ZENIT Staff

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