España permite producir embriones humanos sin restricción para sacrificarlos en la investigación

Los obispos piden que se investigue más bien con células madre «adultas»

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MADRID, viernes, 29 octubre 2004 (ZENIT.org).- Frente a la decisión –«que contradice la dignidad del hombre»– del gobierno de España de abrir la puerta a la investigación con embriones humanos, la Conferencia Episcopal del país ha recordado el camino «real» y «fructífero» de investigar con células madre «procedentes de adultos».

El Real Decreto Ley aprobado por parte del Consejo de Ministros este viernes establece los requisitos y procedimientos para solicitar el desarrollo de proyectos de investigación con células madre obtenidas de embriones sobrantes de las técnicas de reproducción asistida y, según informó el ministerio de Sanidad, permite el comienzo de la investigación con «células madre» embrionarias en España, explica «Efe».

Antes de la entrada en vigor de la Ley de Reproducción Asistida de 2003 –del anterior gobierno–, los progenitores podían dar permiso para que los embriones sobrantes de sus procesos de fertilización pudieran ser objeto de donación para la procreación por parte de otras parejas.

La Ley de 21 de noviembre de 2003 permitió la donación con fines de investigación –si los padres biológicos lo consienten– de los embriones sobrantes de las técnicas de reproducción asistida crioconservados antes de la entrada en vigor de esta Ley.

Entre las novedades que introduce el decreto del gobierno actual está el número de embriones que pueden implantarse en cada ciclo durante los procesos de fecundación asistida, limitado hasta ahora a tres. El gobierno ha establecido 25 supuestos de excepción que permiten ampliar esta cifra.

Una nota difundida por la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española denuncia precisamente que «este Decreto permite «producir» embriones prácticamente sin restricción alguna, y abre la puerta a la investigación con seres humanos en estado embrionario»

«Independientemente de su fin», «la producción de seres humanos en laboratorio» «contradice la dignidad de la persona y es éticamente inadmisible»; «viola el derecho de los hijos a ser engendrados en el acto fecundo de donación interpersonal de los padres», recuerda el texto.

Pero también «la experimentación con estos seres humanos “sobrantes” de los procesos de fecundación es un atentado más contra su dignidad personal», porque «el embrión humano merece el respeto debido a la persona humana», recuerda la nota.

En este sentido, «descongelar los embriones «sobrantes» para reanimarlos y luego quitarles la vida en la obtención de sus células madre como material de experimentación es una acción gravemente ilícita que no puede ser justificada por ninguna finalidad supuestamente terapéutica».

Además, ante la nueva medida gubernamental, desde el episcopado español ser advierte que «es previsible un aumento del número de embriones congelados y la reproducción agravada de una situación que ya había creado una cierta alarma social».

Y se alerta de que «estos experimentos llevan implícita la aplicación de sus resultados a la clonación con fines terapéuticos».

Pero tanto este tipo de clonación «terapéutica» o «de investigación» como la «clonación reproductiva» «implican el mismo proceso técnico» y «difieren únicamente en los objetivos que persiguen», recordó la Santa Sede en un documento presentado a los países miembros de la ONU por el debate celebrado –entre el jueves y viernes pasado– en la Organización sobre la prohibición de la clonación humana (Cf. Zenit, 26 de octubre de 2004).

En cambio, «la investigación con células madre procedentes de adultos es una alternativa real –subraya la nota del episcopado español–. Esta fructífera vía de investigación no implica problema ético alguno, y ha conseguido ya resultados que la Iglesia alienta y ve con esperanza».

Al respecto, como se ha mencionado, la Santa Sede documentó ante la ONU «los múltiples logros terapéuticos que han sido demostrados utilizando células estaminales adultas, y la promesa que éstas constituyen» en el tratamiento de enfermedades.

Ante el hecho de que esta línea de investigación ya hubiera demostrado «condiciones de éxito» y no planteara «cuestiones éticas», la Santa Sede hizo entonces un llamamiento a la «comunidad biomédica mundial a destinar los fondos necesarios a la investigación que utiliza células estaminales “adultas”».

La nota del organismo episcopal de España concluye que «por muy noble que sea el fin perseguido, es inaceptable moralmente la producción, manipulación y destrucción de embriones humanos. Nunca se puede instrumentalizar al ser humano. La ciencia y la técnica requieren la ética para no degradar sino promover la dignidad humana».

«Recordar estas exigencias éticas de la ciencia no supone ni recelo ni oposición ante el progreso científico –recalca–. Es garantizar que la ciencia esté siempre al servicio del hombre y de su verdadero progreso».

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ZENIT Staff

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