«La mística nos dice que la dimensión fundamental de la vida es el amor»

Entrevista al carmelita Maximiliano Herraiz

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QUERÉTARO. Viernes 29 de octubre 2004. (ZENIT.orgEl Observador) El padre carmelita Maximiliano Herraiz es uno de los más grandes exponentes de la espiritualidad de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Se encuentra en México para dar una serie de conferencias y seminarios en diez ciudades del país sobre la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús.

Fue profesor de Teología en la Universidad de Valencia (España) y fundador así como primer director del Centro Internacional de Especialización en Santa Teresa y en San Juan de la Cruz en Ávila (España). Actualmente es misionero en Costa de Marfil (África). Esta es la entrevista que ha concedido a ZENIT.orgEl Observador

–¿Qué le dicen Santa Teresa y San Juan de la Cruz al mundo de hoy?

–Padre Herraiz: El mensaje de ambos es válido por sí mismo, aunque no lo escuche nadie. Dentro y fuera de la Iglesia católica, estos dos grandes místicos dicen mucho a mucha gente. Y, justamente, en la situación actual del mundo, en las que tantas promesas de bienestar hacen agua por todos los costados, y la muerte va avanzando (en vez de que avance la vida), tenemos que hacer que el mensaje evangélico de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz se oiga en público, para que quienes creemos en la vida –que somos la mayoría– no le dejemos las calles a los malvados.

–¿Cómo recibe África la mística de Santa Teresa o de San Juan de la Cruz?

–Padre Herraiz: Con un enorme gusto. Porque ahí hay personas y pocas cosas. Aquí lo que tenemos muchas cosas y pocas personas. Cuando uno se mete en el supermercado o en la televisión, hay poca relación personal. En África, lo que vale, lo que cuenta es la relación personal, porque no hay distracciones. Y son capaces de sostener la mirada en el Dios que nos ha revelado Jesús. Pero hay un límite. No sólo el hambre angustiosa de pan, sino al hambre de saber. África es la gran ignorada del mundo, excepto de los depredadores.

–¿El núcleo de la mística en ambos santos es la renuncia al mundo?

–Padre Herraiz: Hay una opción positiva sin la cual todo desasimiento endurece a la persona, la seca, la mata. Es la opción radical por la vida, por la verdad, la libertad y, muy concretamente, la opción por el amor, por Dios. Cuando optamos por el amor, van sobrando muebles en las casas. La mística viene a decirnos que la dimensión fundamental de la vida es el amor.

–¿Cómo resumir lo que es en sí la mística?

–Padre Herraiz: Es una relación con la persona divina que –inevitablemente– trasfigura y da hondura y densidad a las relaciones humanas. Los místicos (como los africanos), con el mínimo son máximamente felices. Lo que quiere decir es que hay un amor que libera de tantas servidumbres que de útiles han pasado a ser necesarias.

–¿Qué es el cristianismo desde Santa Teresa o desde San Juan de la Cruz?

–Padre Herraiz: Vivir una relación entrañable con Dios. Una relación que crea comunidad y bien a los demás. Los místicos son los grandes educadores del ser. Nosotros, en castellano, tenemos la distinción entre «ser» y «estar». Yo puedo «estar» sin «ser». Yo puedo «estar» en la primera fila de la Iglesia y no «ser» una personalidad cristiana, edificada sobre el cimiento del «ser» esclavo de los demás, aunque asuste el término; «ser» el menor de todos y decidirme por hacer placer a todos. Cuando eso hago, me construyo a mí mismo. Ése es el mensaje de los místicos.

–¿Hay alguna definición viable para la mística cristiana?

–Padre Herraiz: Mística, además de esdrújula, es una palabra misteriosa. Hay cerca de sesenta definiciones sobre ella. Pero dicho de una manera general, la mística es el enamoramiento al que uno cede, libremente, y en él se embarca. La mística es sentirse enamorado y empeñarse en la búsqueda de la relación de quien ha irrumpido en la propia vida. Es Dios quien irrumpe como una gracia, nunca como un castigo.

–¿Qué necesitamos para que la mística de Santa Teresa o de San Juan de la Cruz sea recibida por los cristianos como una vía regia de enamoramiento de Dios?

–Padre Herraiz: Necesitamos gente que ore, que reflexione, que estudie, que dialogue con los grandes testigos de la persona en general y del cristianismo, que es nuestra casa. Ni curas de tres al cuarto ni iglesias dedicadas al culto y nada más. El mal de la Iglesia es que ha dedicado mucho más tiempo a la estructura que al espíritu. Y tenemos que cambiar esto. Los místicos son las personas del máximo de espíritu y el mínimo de estructuras.

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ZENIT Staff

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