CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 4 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II celebró este jueves el día de su santo, san Carlos (Karol) Borromeo, rodeado de unos mil polacos que vinieron a Roma para felicitarle.
Se trata de una tradición que se remonta a hace 26 años, a inicios de pontificado. Los peregrinos procedían de la archidiócesis de Gdansk, origen geográfico del sindicato Solidarnosc, y de la diócesis de Tarnow.
En el Vaticano era día de fiesta. Los compatriotas del Papa Karol Wojtyla se congregaron en la sala de las audiencias generales para saludarle. Poco antes, el obispo de Roma había recibido en audiencia al primer ministro del gobierno interino iraquí, Iyad Alaui.
El pontífice dirigió a los peregrinos unas palabras en polaco en las que recordó que se han cumplido 420 años de la muerte de san Carlos Borromeo.
Recordando al arzobispo de Milán, «reformador de la Iglesia tras el Concilio de Trento», el Papa reconoció su admiración por su obra de «apoyo para los pobres».
«Su piedad se fundamentó en el amor a la cruz de Cristo y al misterio de su muerte y resurrección –dijo–. Este amor se expresó en el cuidado por la fervorosa celebración de la santa misa y en la adoración de Cristo presente en la Eucaristía».
Al inicio del Año de la Eucaristía, el Papa le propuso como «ejemplo» e «inspiración para todos nosotros a la hora de vivir este período particular».
Juan Pablo II y su tocayo Carlo Azeglio Ciampi, presidente de Italia –ambos nacidos en 1920–, se intercambiaron la felicitación por el día de su santo en una llamada telefónica.