ROMA, miércoles, 10 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Los ministros de Sanidad de casi medio centenar de países flagelados por violencia masiva o conflictos bélicos suscribirán en Roma –el próximo diciembre– un plan de acción internacional para atender a los afectados psíquicamente por esas vivencias a través de proyectos sanitarios y ayudas al desarrollo y a la reconstrucción.
Se calcula en más de mil millones –«one billion», en inglés– el número de personas que actualmente en el mundo atraviesan situaciones de guerra, terrorismo, torturas y que sufren formas de violencia tales como para dejar «heridas invisibles» o traumas psicológicos devastadores cuyos efectos perduran décadas.
Trastornos mentales, depresión y otros problemas psíquicos dan visibilidad a estas heridas paralizadoras que minan al ser humano y el tejido social de poblaciones enteras en lo más íntimo.
La cifra estimada da nombre al «Proyecto One billion» y permite percibir la dimensión de este fenómeno y de la iniciativa, orientada a los habitantes de aquellos países donde los conflictos han cesado y ha comenzado la fase de reconstrucción.
El proyecto, presentado el miércoles pasado en Roma, está promovido –entre otros– por «Cáritas» de la capital italiana, por la Universidad de Harvard (Boston), por el Instituto Superior de Sanidad y por el Instituto de Estudio Superiores Asunción, junto a numerosas instituciones públicas –como la Región del Lazio y la Provincia de Roma–, que han dado su patrocinio.
Emprendido hace tres años, el proyecto tendrá su fase más importante en el congreso internacional que se celebrará en Roma el 3 y 4 de diciembre próximo.
Será el momento en que –como explicó monseñor Guerino Di Tora, director de «Cáritas» de Roma– «los ministros de Salud de cerca de 50 países (entre ellos Afganistán, Angola, Burundi, Camboya, Vietnam, Congo, Guatemala, Eritrea, Etiopía y Uganda) suscribirán un documento llamado “Action Plan”, o sea, un plan de acción internacional para curar las “heridas invisibles”», cita la agencia «Sir» del episcopado italiano.
«Lamentablemente ninguna democracia, ningún desarrollo –añadió– podrán por sí solos aliviar los sufrimientos de las víctimas de la crueldad de los hombres. Habrá siempre en su existencia recuerdos, circunstancias, momentos en los que el pasado, los sufrimientos y los temores reaparecerán: son las heridas del alma».
La declaración de intenciones que será firmada en Roma por parte de representantes de gobiernos, agencias y organismos internacionales, del mundo científico, medico y académico será la base de las futuras intervenciones sociales y humanitarias en las fases post-conflicto.
La adopción de investigaciones, protocolos diagnósticos y terapéuticos habituales para los traumas causados por factores violentos es sólo una pieza más del complejo mosaico que hay que reconstruir, explica «Cáritas».
En la presentación del «Proyecto One billion», el doctor Salvatore Geraci, del área de salud de «Cáritas» de Roma, relató algunos casos registrados entre los 75 mil pacientes inmigrantes que desde 1983 han pasado por el ambulatorio del organismo católico de asistencia.
«Nos percatamos de que las personas han sido víctimas de tortura o han vivido en situación de guerra sólo ocasionalmente, porque en general no hablan», explicó.
«Una joven eslava, mientras le hacía un electrocardiograma, empezó a gritar: descubrimos que los sensores eléctricos le recordaban las torturas padecidas –describió–. Un muchacho africano con diabetes rompió a llorar cuando le pregunté si sus padres tenían la misma enfermedad: ambos habían sido asesinados durante el conflicto».
Estos casos podrían repetirse en mil millones de personas, de ahí que el «Proyecto One billion» se oriente principalmente «a sensibilizar a los gobiernos sobre el problema y a poner en marcha planes de desarrollo y protocolos de actuación en los distintos países», puntualizó Oliviero Bettinelli, del sector de paz y mundialidad de «Cáritas» de Roma.
«Nuestra tarea es actuar de forma que la gravedad de las “heridas invisibles” se convierta en patrimonio de nuestra colectividad, de los chavales de escuela», añadió.
En 1980 la Organización Mundial de la Salud reconoció oficialmente la existencia del trastorno por estrés post-traumático (PTSD, en sus siglas en inglés), que requiere asesoramiento y asistencia médica.
«Lamentablemente muchos países pobres carecen de los recursos necesarios, de las infraestructuras sanitarias y de personal preparado para asistir a estas personas», reconoció Giovanni Muscettola, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Nápoles y representante del comité científico del «Proyecto One billion».
«De aquí la idea de sensibilizar a los ministros de Sanidad y crear un mínimo de servicios para intervenir, también a través de programas educativos», aclaró.