Urge construir iglesias y formar sacerdotes en Siberia

El obispo de San José de Irkutsk pide el indispensable apoyo del extranjero

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KÖNIGSTEIN (ALEMANIA), jueves, 18 noviembre 2004 (ZENIT.org).- El hecho de que los católicos en Siberia tengan que acudir a casas particulares para sus celebraciones, cosa que ante sus vecinos «les hace sospechosos de ser miembros de una secta», hace urgente construir iglesias o al menos capillas en la región rusa, alerta el obispo de San José de Irkutsk.

La primera visita de monseñor Cyryl Klimowicz a la asociación católica internacional –dependiente de la Santa Sede– «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN), cuya sede central está en Königstein (Alemania), ha sido ocasión para conocer de primera mano la situación y necesidades que viven actualmente los católicos en Siberia Oriental.

Con un territorio de más de 10 millones de kilómetros cuadrados, la diócesis católica de San José de Irkutsk es la mayor del mundo, pero el número de católicos en ella asciende sólo a 50 mil distribuidos en 100 parroquias.

«En la actualidad, 45 sacerdotes (entre ellos, un solo ruso nativo), 57 religiosas y un religioso asisten a los fieles», explicó el prelado de 52 años de edad, según recoge la nota enviada el martes a Zenit por el organismo católico de ayuda.

«Los sacerdotes y religiosos afrontan numerosos problemas, en particular, a la hora de obtener visados y también debido a las enormes distancias que separan las parroquias», reveló.

«A menudo, los católicos de Siberia se ven obligados a recurrir a casas particulares para celebrar sus servicios y encuentros, lo cual, a los ojos de sus vecinos, les hace sospechosos de ser miembros de una secta –explicó monseñor Klimowicz–. Por este motivo, la construcción de nuevas iglesias o al menos capillas resulta absolutamente prioritaria».

Igualmente el prelado –originario de Kazajstán– da gran importancia a la formación de futuros sacerdotes.

«En estos momentos, un candidato de mi diócesis se está preparando para el sacerdocio en el seminario de San Petersburgo, y espero que muchos otros jóvenes de mi diócesis sigan su ejemplo», mencionó, añadiendo que el apoyo del extranjero «sigue siendo indispensable para la supervivencia de la Iglesia en Siberia».

El 11 de febrero de 2002, a fin normalizar la existencia de la Iglesia católica en Rusia según el ordenamiento canónico, Juan Pablo II elevó al rango de diócesis las cuatro administraciones apostólicas de Rusia.

Se trata de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú –guiada por monseñor Tadeusz Kondrusiewicz–, la diócesis de la Transfiguración en Novosibirsk –a cuyo frente está monseñor Joseph Werth–, la diócesis de San Clemente de Saratov –su obispo es monseñor Clemens Pickel– y la diócesis de San José de Irkutsk, que entonces fue encomendada a monseñor Jerzy Mazur.

Éste último fue expulsado del país sin explicaciones tras la creación de las citadas diócesis católicas. El 17 de abril de 2003, en sustitución del prelado, el Papa nombró a monseñor Cyryl Klimowicz al frente de la diócesis de San José de Irkutsk. Monseñor Mazur fue nombrado obispo de la diócesis polaca de Elk.

El pasado agosto, monseñor Pickel confirmó que su diócesis ya contaba con reconocimiento de pleno derecho por parte del Estado y expresó el deseo de que las diócesis católicas de Siberia –Novosibirsk e Irkustk– recibieran pronto un reconocimiento jurídico. La archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú fue reconocida por el Estado hace más de un año.

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ZENIT Staff

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