La devolución de las reliquias impulsa la reconciliación entre ortodoxos y católicos

El Papa entrega al patriarca de Constantinopla restos de sus dos santos predecesores

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 28 noviembre 2004 (ZENIT.org).- Al entregar este sábado las reliquias de los santos Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo al patriarca ecuménico de Constantinopla, Juan Pablo II auspició que este gesto sirva «para purificar nuestras memorias heridas» y «reforzar nuestro camino de reconciliación».

Por su parte, al recibirlas, el patriarca ortodoxo Bartolomé I señaló que ese acto confirmó «que no existen en la Iglesia de Cristo problemas insuperables».

La entrega de las reliquias, con parte de los restos de los dos padres de la Iglesia, patriarcas de Constantinopla, tuvo lugar en la basílica de San Pedro del Vaticano en una solemne liturgia en la que el Papa en ocasiones no logró esconder la emoción.

En el encuentro, se leyó una carta del pontífice al patriarca, «primus inter pares» de las Iglesias ortodoxas, en la que considera que el regreso de las reliquias a Constantinopla se convierte en «una oportunidad bendita para purificar nuestras memorias heridas, para reforzar nuestro camino de reconciliación»

Asimismo, añadió en el texto, que en su nombre fue leído por el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos Generales, este gesto demuestra que es el «momento propicio» para rezar para que Dios «apresure la hora en la que podamos vivir juntos, en la celebración de la santa Eucaristía, la comunión plena, y contribuir así de manera más eficaz a hacer que el mundo crea que Jesucristo es el Señor».

«No me cansaré nunca de buscar firme y decididamente esta comunión entre los discípulos de Cristo, pues mi deseo, en respuesta a la voluntad del Señor, consiste en ser siervo de la comunión en la verdad y en el amor», aseguró el Papa.

Tras la veneración de las reliquias, la lectura bíblica y de los textos de algunos pasajes de los dos doctores de la Iglesia, y un momento de oración, tuvo lugar el rito de entrega de las reliquias.

A la lectura del mensaje del Papa le siguió después el agradecimiento público del patriarca Bartolomé I quien confesó la «alegría y gozo» que ese gesto provoca no sólo en la sede de Constantinopla, sino en toda la comunidad ortodoxa.

«Se celebra hoy un acto sagrado, que repara una anomalía e injusticia eclesiástica –afirmó–. Este fraterno gesto de la Iglesia de la Antigua Roma confirma que no existen en la Iglesia de Cristo problemas insuperables, cuando el amor, la justicia y la paz se encuentran en la sagrada diaconía de la reconciliación y de la unidad»

Con este acto, concluyó, el Papa ha dado «un luminoso ejemplo que hay que imitar».

Las reliquias de San Gregorio Nacianceno, fallecido el año 390, llegaron a Roma con un grupo de monjas bizantinas que escapaban de la persecución iconoclasta del siglo VIII y que de este modo las pusieron a salvo.

Las de San Juan Crisóstomo, fallecido el año 407, fueron sustraídas probablemente durante el imperio latino de Constantinopla, que duró desde 1204 hasta 1258.

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ZENIT Staff

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