MADRID, viernes, 4 febrero 2005 (ZENIT.org–Veritas).- El padre Juan Antonio Martínez Camino presentó este viernes en rueda de prensa una Nota de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal Española (CEE), aprobada por la Comisión Permanente, acerca del referéndum sobre la «Constitución para Europa», en la que se mencionan tanto los aspectos positivos como negativos del tratado, de cara a promover un «voto en conciencia».
España será el primer país de la Unión Europea que someterá a consulta popular el Tratado constitucional europeo el 20 de febrero.
La oportunidad de la Nota se justifica apelando al deber pastoral de los obispos de «ofrecer una ayuda a los católicos, y a la opinión pública en general, en orden a la orientación moral del voto responsable y en conciencia», así como a «las muchas peticiones recibidas de diversos sectores de la comunidad católica que solicitan una palabra en este sentido».
Entre los elementos positivos, se destaca «que los firmantes del Tratado, al someterse al imperio de un texto constitucional, favorecerán el proceso de integración de la Unión con todo lo que eso comporta: consolidación de la paz entre los pueblos de Europa; desarrollo económico y social; cooperación más eficaz contra el terrorismo y la delincuencia internacional, e incremento de la capacidad de la Unión para actuar de modo concertado en el mundo».
Los obispos aprecian también que el Tratado valore «con nitidez suficiente los principios de subsidiariedad, proporcionalidad y de control judicial» y que reconozca «de acuerdo con las leyes nacionales, la libertad de creación de centros docentes», así como el derecho de los padres a la educación de sus hijos «conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas».
En el saldo a favor se incluye además la mención de «la religión como uno de los elementos constructivos de la herencia europea» y el reconocimiento «a las Iglesias como realidades sociales de valor específico» con las que la Unión mantendrá «un diálogo abierto, transparente y regular».
Entre los elementos negativos que los obispos encuentra en la «Constitución», se incluye el que no haya una definición clara de «un derecho humano tan básico como el derecho a la vida».
«El texto constitucional no excluye la investigación letal con embriones humanos, ni el aborto, ni la eutanasia; tampoco excluye la clonación de seres humanos para la experimentación y la terapia», añaden.
Los prelados echan de menos también «una tutela mayor del matrimonio y de la familia, así como la definición explícita del matrimonio como la unión estable de un hombre y de una mujer y la protección del derecho de los niños a no ser adoptados por otro tipo de uniones».
Asimismo, consideran que no hay un «reconocimiento explícito del carácter personal del ser humano, abierto a la Trascendencia, que es la base inderogable de los derechos fundamentales; tales derechos no son otorgados, sino sólo reconocidos por la ley».
Finalmente, los obispos «desearían que la organización política de la Unión facilitase una mayor participación de los ciudadanos» y «lamentan profundamente la omisión deliberada del cristianismo como una de las raíces vivas de Europa y de sus valores».
Sobre la convocatoria de un referéndum, se afirma «que los ciudadanos han de contar con suficiente información para poder votar con conocimiento de causa; que la pregunta formulada debe poder ser respondida con facilidad suficiente y que el voto no tenga otras consecuencias políticas distintas de las que se someten explícitamente a consideración de los ciudadanos».
En este aspecto los obispos no ignoran la «perplejidad» que manifiestan muchas personas «ante la dificultad de poder conocer responsablemente el contenido de un largo y complejo texto legal, como es el del Tratado que se presenta a consulta».
La Nota deja claro que «la Iglesia apuesta por Europa», como manifiesta el hecho de que «la Santa Sede, los episcopados europeos y los políticos católicos y de otras confesiones cristianas han estado entre los primeros en alentar un gran proyecto de unificación europea que, cerrando el triste capítulo de grandes y repetidas guerras, diera paso a una época de concordia y de verdadero progreso».
Sin embargo, los obispos creen que «el compromiso con Europa no les obliga a indicar, en el ejercicio de su misión pastoral, un sentido determinado del voto en este referéndum», afirmando sólo que «en todo caso, será necesario actuar en conciencia sopesando con cuidado los motivos por los que realmente se actúa».
«El «sí», el «no», el voto en blanco o la abstención son posibles opciones legítimas. El voto en blanco y la abstención, en el caso de que no sea posible superar la perplejidad o no se pueda aceptar en su raíz el planteamiento de la consulta», concluyen.
En aclaraciones hechas posteriormente a las preguntas de algunos periodistas, el padre Martínez Camino dijo que «el voto en blanco y la abstención» no son opciones legítimas cuando están asociadas a la «pereza e irresponsabilidad», y añadió que «la Iglesia siempre recomienda la responsabilidad».
El portavoz de la CEE aclaró también que esta Nota emitida por Secretaría General de la CEE entra dentro del procedimiento normal de funcionamiento de la Casa de la Iglesia, que en circunstancias parecidas se ha comportado de modo similar a éste, por ejemplo el referéndum sobre la entrada de España en la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en 1986.
El secretario general de la CEE sostuvo que esta «Nota tiene el mismo tenor de anteriores intervenciones de la CEE en asuntos parecidos» y dijo que la Conferencia Episcopal «nunca ha aconsejado o prohibido un voto».
Sin embargo, valoró que la Nota ofrezca a sus lectores un «análisis de cosas positivas y negativas», porque «aportan información para que puedan tener más elementos para hacerse un juicio de conciencia».
«Nunca la CEE ha dicho lo que hay que votar, tampoco ahora, aunque dice mucho», matizó el portavoz. «Decir lo que hay que votar, sería una novedad en la historia de la CEE».
Respecto al claro pronunciamiento por el «no» en el referéndum, que han manifestado algunos grupos católicos, Martínez Camino dijo que «en la Iglesia hay absoluta libertad de opinión en los temas opinables».