El «ayuno voluntario» como gesto eficaz en la lucha contra el hambre

Manos Unidas propone un «cambio de corazón» para acabar con este flagelo

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MADRID, domingo, 13 febrero 2005 (ZENIT.orgVeritas).- Este viernes pasado, como desde hace cuarenta y cinco años, Manos Unidas celebró el día del «ayuno voluntario, en solidaridad con las personas que ayunan a la fuerza todos los días».

Según ha explicado Veritas Ana Álvarez de Lara, presidenta de la ONG católica, «el ayuno nos parece hoy muy difícil, un sacrificio; hoy que tenemos tanto de todo, renunciar y comprender a los que no tienen acceso a los alimentos habitualmente, nos resulta duro y difícil de entender».

Para la presidenta de Manos Unidas «el ayuno es un signo de renuncia y austeridad que sirve a cualquier persona -creyente o no- como llamada de sensibilización hacia los que no tienen nada; al margen de religiones e ideologías, todo el mundo es conciente de cómo están las cosas; no es necesario creer para solidarizarse».

Sin embargo, Álvarez de Lara reconoce que para los cristianos, y sobre todo ahora, en tiempo de Cuaresma, «el ayuno es importante también para ser concientes de que no todo es material», y añadió que «todos necesitamos hacer penitencia para estar más a tono con nuestras creencias».

Manos Unidas propuso que «el ahorro de lo que en este día no se consuma, se destine como donativo para otras personas».

La jornada del Ayuno Voluntario está destinada sobre todo a la sensibilización; como dice la presidenta de Manos Unidas «es un recordatorio para sensibilizar sobre el sufrimiento que produce el hambre, todos los años nos obligamos a recordarlo».

Los frutos que han producido las renuncias voluntarias de este día se sumarán a lo recaudado en la Jornada Nacional de Manos Unidas que se celebrará el próximo domingo, 13 de febrero.

Ana Álvarez de Lara admite que «tal vez un ayuno todos los días acabaría con el hambre en el mundo», porque para la presidente de Manos Unidas «sólo la voluntad de cambio acabará con el hambre».

«El hambre no se erradicará sólo a partir de medidas económicas, tenemos que hacer un cambio en el corazón, que pasa por el cambio personal, si cambiamos de mentalidad, podríamos acabar con el hambre», concluye.

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ZENIT Staff

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