CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 14 febrero 2005 (ZENIT.org).- La primera jornada de los ejercicios espirituales que en esta semana están viviendo Juan Pablo II y sus colaboradores de la Curia romana comenzó con un llamamiento por parte del predicador a que los católicos, y en particular sus pastores, redescubran la fuerza de la Eucaristía
Monseñor Renato Corti, obispo de la diócesis italiana de Novara, dedicó la primera meditación de este lunes a responder a una pregunta: ¿por qué era necesario convocar el año de la Eucaristía que va desde octubre de 2004 a octubre de 2005?
El vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana considera que este «año de síntesis» de este pontificado es necesario para ayudar a los bautizados, y en particular a los sacerdotes, a contemplar el sacramento eucarístico en todo su «fulgor» y con plena «conciencia».
En los pasajes transmitidos por «Radio Vaticano» de la meditación, el prelado constata que el pueblo cristiano en general ha dado una buena acogida a esta propuesta del Papa para este año, pero reconoció que la relación de algunas comunidades católicas con este sacramento también experimenta «sombras».
Citó, en concreto, el abandono de la práctica de la adoración eucarística, así como algunos abusos que obscurecen la doctrina católica sobre el sacramento, o interpretaciones reductoras del mismo.
A raíz de su experiencia de pastor, el obispo del norte de Italia reconoció los «vacíos» que se dan en las asambleas parroquiales, en particular por la ausencia de adolescentes y jóvenes.
Mencionó, además, el riesgo de «banalizar» la celebración eucarística, sobre todo con motivo de los matrimonios y funerales, durante los cuales la presencia en el rito parece «dictada por un acto de gentileza».
Por último, reconoció que también se da una separación entre la Eucaristía y la vida cotidiana, incluso entre cristianos de fe sólida.
Para superar estas tentaciones o peligros, monseñor Corti propuso profundizar en la «teología de la Eucaristía», en particular por parte de obispos y sacerdotes, para crear una nueva «sensibilidad catecumenal».
En la segunda meditación de este lunes, el obispo de Novara se detuvo a explicar por qué el magisterio pontificio insiste tanto en presentar la figura de Cristo.
En primer lugar, constató, es una respuesta a la «tarea misionera» de la que Jesús fue testigo y que la Iglesia católica está llamada a vivir con su mismo estilo.
En segundo lugar, es necesario proponer la figura de Cristo en particular en estos momentos de cambio en los que se difunde del pluralismo religioso y que en el próximo futuro pondrá en relación a la Iglesia con las grandes tradiciones religiosas de Asia.
En tercer lugar, la Iglesia presenta a Cristo en respuesta al relativismo religioso que contagia a las sociedades contemporáneas, en las que se da una mentalidad que parecería querer eliminar las religiones «que afirman una revelación».
«Cristo, por el contrario, une a la humanidad», concluyó monseñor Corti. «El Evangelio es una semilla que humaniza la vida de la humanidad. La Iglesia tiene como vocación ser sacramento de unidad y de paz», que encuentra su raíz en la Eucaristía.