CIUDAD DEL VATICANO, martes, 15 febrero 2005 (ZENIT.org).- La relación con Dios –quien siempre toma la iniciativa– a través de la oración y la responsabilidad en la transmisión de la fe han marcado el inicio del segundo día de ejercicios espirituales del Papa y de la Curia, cuya predicación ha sido confiada a monseñor Renato Corti, obispo de Novara.
«La Iglesia al servicio de la nueva y eterna Alianza» es el tema general de los ejercicios que tienen lugar en esta semana de Cuaresma en el contexto del Año de la Eucaristía convocado por Juan Pablo II.
Al introducir estos días de retiro, el obispo Corti ya había advertido al Santo Padre y a sus colaboradores de la necesidad de la oración para hacer bien los ejercicios espirituales. «Hoy he querido poner en evidencia –explicó a “Radio Vaticana” sintetizando la primera meditación de este martes— que si la fe es una relación, esta relación necesita expresarse».
«Dios habla al hombre que responde, y la oración expresa esta resonancia de los tonos de la gracia de Dios –aclaró–. Y he querido poner de relieve que la relación para el cristiano es relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo».
Profundizando en el tema específico de los ejercicios, en la segunda meditación el prelado italiano se ha servido de «las páginas fundamentales de la Sagrada Escritura que nos relatan los pasos de Dios hacia la humanidad, comenzando por las promesas hechas a Abraham, por la celebración de la alianza realizada con Moisés, para llegar después a Jesucristo y en particular al misterio de la Encarnación, a la institución de la Eucaristía, la pasión y la muerte en la cruz y la resurrección».
«En todo este amplio camino la palabra clave es “promesa” –puntualizó a la emisora pontificia–, que significa: “Mira, antes de que busques a Dios, es Dios quien te busca a tí”».
«Es Dios quien desde antes de la Creación tiene sobre nosotros un proyecto –como dice San Pablo en la carta a los Efesios— de hacernos sus hijos adoptivos en el Hijo unigénito, el Verbo hecho carne», recordó.
De la «importancia crucial de la referencia a Jesucristo» se encargó monseñor Corti en las meditaciones de la tarde del lunes: «Ya que estamos en un clima de ejercicios espirituales, dije que cada uno de nosotros, en este momento, bien hará en releer su propia relación personal con el Señor, o mejor, la propia respuesta a la relación que el Señor quiere establecer con nosotros».
Propuso algunas páginas del Evangelio que narran diversos encuentros con Jesús, «pero muy diferentes entre sí»: «los apóstoles mismos a través de Pedro dicen: “Señor, tú eres el Mesías”», pero Pedro luego traiciona al Señor. «Esto muestra que el camino de la fe nunca se hace de una vez por todas, sino que de día en día hay que renovarlo», subrayó el vicepresidente del episcopado italiano.
«Lo más alto y profundo es que este camino que lleva al encuentro con el Señor Jesús, en realidad es un camino junto a Jesús al encuentro del Padre –reconoció–. En la Última Cena Cristo dirá: “Yo y el Padre somos una sola cosa”. Jesús, por lo tanto, surge como el Hijo que se pone junto a nosotros para guiarnos a vivir una experiencia de hijos y para ponernos en comunión con el Padre».
De ahí planteó, en la segunda meditación de este martes, la pregunta: «¿Y nosotros qué responsabilidad tenemos a propósito del servicio a la fe de nuestros hermanos?».
Y recordó que «antes del Jubileo, en la Tertio millennio adveniente, el Papa había planteado algunos interrogantes que, en sustancia, querían decir: Nosotros, releyendo la historia de estos siglos, como cristianos, ¿hemos sostenido siempre la fe cristiana? ¿O alguna vez no hemos sido motivo de escándalo o incluso de dificultad? ¿O bien hemos dado un testimonio muy pálido?».
Y «el Papa, durante el Jubileo, realizó aquel gesto que tanto impresionó al mundo: el 12 de marzo de 2000, la Jornada del perdón abrió un compromiso para el futuro», recordó el prelado italiano.
«La Novo millennio ineunte expresa estas indicaciones que permiten a la Iglesia testimoniar la luz de Cristo para las generaciones que vendrán», puntualizó.
Al respecto –añadió según predicó este martes–, «me ha parecido oportuno decir que la tarea llamada de la “nueva evangelización” es una gran invitación a estar al servicio de la fe, buscando comunicar con la humanidad de nuestros tiempos, dejándose interpelar, para después acoger con amor la verdad y con gran riqueza de humanidad lo que el Señor tiene que decir para el hombre de hoy».