MADRID, jueves, 17 febrero 2005 (ZENIT.org–Veritas).- El borrador de la nueva Ley de Reproducción Asistida, presentado el 8 de febrero por la ministra española de Sanidad y Consumo, Elena Salgado, despoja al embrión humano de su dignidad, considera la doctora Mónica López Barahona.
Decana de la Facultad de Ciencias Biosanitarias de la Universidad Francisco de Vitoria y miembro del Comité Nacional Asesor de Ética, López Barahona ha analizado en una entrevista concedida a la agencia Veritas el alcance de las innovaciones más importantes, respecto a la Ley anterior, que plantea el borrador.
El primer efecto de esta Ley, si se aprobara, considera la doctora, será «el número de los denominados embriones «sobrantes» o «supernumerarios». Como se sabe, el destino de los embriones «sobrantes» es la congelación».
«La congelación es una técnica que lleva implícita una agresión al embrión. Además, de esta agresión, desde una ética personalista, no es lícito mantener individuos de la especie humana con sus constantes vitales «suspendidas» en un entorno que no les es favorable, a la espera de un destino incierto. Las alternativas para los embriones congelados (con la exclusión de la adopción prenatal) conllevan la muerte de los embriones», explica.
«La reforma de 2003 limitaba la provocación de la muerte a embriones generados en un determinado momento de la historia, lo que no es ético –explica–. El proyecto de ley actual abre la posibilidad para investigar con embriones sobrantes, independientemente de cuándo hayan sido generados, hecho que tampoco es ético».
Mónica López Barahona constata que el borrador de la ley justifica «la selección genética de embriones», lo que «supone otorgar un valor mayor a una vida humana frente a otra (la del hermano del primero), única y exclusivamente en función de su patrimonio genético que, a su vez, determina un tipaje inmunológico concreto».
«Se trata, por tanto, de una práctica éticamente inaceptable en el contexto de una Bioética personalista, y una práctica en la que la vida humana tiene un valor relativo según lo útil que sea, según la circunstancia», indica..
«La legalización de esta práctica atenta directamente y entra en conflicto con, al menos, el artículo 2 de la Declaración Universal sobre el Genoma Humano en el que se dice que «cada individuo tiene derecho al respeto de su dignidad y derechos, cualesquiera que sean sus características» y que «esta dignidad impone que no se reduzca a los individuos a sus características genéticas, y que se respete el carácter único de cada uno y su diversidad»».
También entraría en conflicto con el artículo 11 del Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina (convenio ratificado por España en el año 2000)-, en el que «se prohíbe toda forma de discriminación de una persona a causa de su patrimonio genético», indica.
Es posible leer la entrevista íntegra concedida por la doctora Mónica López Barahona en la página web de Veritas (http://www.agenciaveritas.com).