ROMA, sábado, 26 febrero 2005 (ZENIT.org).- La última sección del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia explica las dimensiones pastorales y eclesiales arreadle compromiso cristiano en la vida pública.
Basada en una antropología cristiana, la doctrina social de la Iglesia arroja luz sobre los valores humanos auténticos, inspirando y sosteniendo así la tarea de dar testimonio cristiano en el mundo, observa el Compendio. Es también una ayuda en la tarea de inculturar la fe y ayudar al mundo moderno a superar la brecha entre Evangelio y cultura.
El Compendio también recomienda que el mensaje social del Evangelio sea la guía en la misión de la Nueva Evangelización. En su papel pastoral, la enseñanza social no sólo ayudará a los hombres y mujeres a descubrir la verdad, sino también animará a los cristianos a dar testimonio «con espíritu de servicio al Evangelio en el campo de la actividad social» (No. 525).
La enseñanza social también tiene un papel vital en la formación cristiana, especialmente de aquellos que tienen responsabilidades en la vida social y pública. Pero para que esto sea una realidad, el Compendio anima a que la doctrina social reciba una prioridad mayor en la catequesis de manera que los fieles estén mejor instruidos en este tema.
Esta instrucción no debería ser sólo la mera transmisión de la teoría abstracta, añade el texto. «En el contexto de la catequesis es importante sobre todo que la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia se dirija a motivar la acción de evangelización y humanización de las realidades temporales» (No. 530).
El Compendio también observa que la doctrina social puede ser un instrumento útil en el diálogo ecuménico, y en el diálogo entre la Iglesia y el mundo civil. Defender la dignidad de la persona humana, promover la paz y ayudar a los pobres a mejorar su posición son campos de acción donde la cooperación con otros puede aumentar la unidad cristiana.
Actividad pastoral
Todos los cristianos tienen un papel que jugar en el sector social, explica el texto. Dentro de la Iglesia, los obispos, asistidos por los sacerdotes, religiosos y laicos, son responsables de promover la enseñanza de la doctrina social. En este contexto, el Compendio pide que los sacerdotes reciban una formación adecuada en la doctrina de la Iglesia para que sean capaces de ayudar en la instrucción de los laicos cristianos.
Los laicos tienen también un papel vital en la divulgación de la doctrina social, empezando con «un testimonio ejemplar de vida enraizada en Cristo y vivida en las realidades temporales» (No. 543). Este testimonio tiene su raíz en el don de la gracia, explica el Compendio, distinguiéndose así de una acción humanista que se limita a consideraciones temporales. «La perspectiva escatológica es la clave que permite una comprensión correcta de las realidades humanas», insiste el Compendio en el No. 544.
Para ayudar a mantener esta perspectiva el texto invita a los fieles a cultivar una auténtica espiritualidad y a consolidar su vida moral. Profundizar en la vida interior por medio de una formación constante ayudará a asegurar una armonía mayor entre vida diaria y fe cristiana.
El Compendio recomienda además a los laicos prudencia en el campo social. Se necesita prudencia en tres momentos: al estudiar y reflexionar sobre el tema en cuestión; al evaluar la realidad a la luz del plan de Dios; y al decidir sobre la acción a tomar. La prudencia, continúa el texto, no es astucia humana ni timidez al adoptar decisiones, sino una virtud que ayuda a decidir con sabiduría y coraje el curso de la acción a tomar.
El establecimiento de asociaciones eclesiales, que puedan guiar a los fieles en este campo, es otro paso recomendado por el Compendio. Los grupos y asociaciones pueden jugar el valioso papel tanto de ofrecer formación a sus miembros en esta área, como de coordinar la actividad pastoral.
Una cultura de servicio
Al poner en ejecución la doctrina social, el Compendio sugiere que el punto de vista adoptado sea el del servicio. La credibilidad de la enseñanza de la Iglesia en esta área, de hecho, «viene de forma más inmediata del testimonio de la acción que de su consistencia o lógica internas» (No. 551).
El compromiso de los laicos en el campo social puede ser visto, continúa el texto, como un servicio a la persona humana. Este servicio comienza con una conversión interior de nuestros corazones y, a su vez, esta conversión conduce a la preocupación por el bienestar de los demás.
El Compendio pasa luego a subrayar algunas áreas prioritarias para esta acción.
–Servicio a la persona humana, afirmando la inviolabilidad de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural. La dignidad humana también requiere libertad de conciencia y de religión, así como defensa del matrimonio y de la familia.
–Servicio en el área de la cultura, ampliamente entendida. El Compendio observa los problemas con el estilo de vida consumista y el énfasis puesto en aspectos superficiales. Necesitamos recuperar el sentido genuino del crecimiento humano, y desarrollar nuestra capacidad de comunicarnos y relacionarnos con los demás.
–Animar la participación de los católicos en la vida social y política es otra prioridad. La implicación en la vida pública es necesaria para presentar de una forma eficaz las propuestas que dimanan de la visión católica de la vida social.
–Preservar la dimensión ética de la cultura es otra tarea importante. La cultura puede llegar a ser estéril y decadente, o puede ser un medio para enriquecer las vidas de las personas. Asegurar esto último requiere que las personas estén preparadas para usar sus capacidades «de autocontrol, sacrificio personal, solidaridad y disposición a promover el bien común» (No. 556).
–Específicamente, el Compendio subraya, dentro de la cultura actual, algunos campos donde es particularmente necesaria la acción: garantizar los derechos de cada persona; asegurar un compromiso por la verdad; trabajar por asegurar que se respete la dimensión religiosa de la cultura; y usar correctamente los medios de comunicación.
–Servicio en la economía. El Compendio invita a los cristianos a recordar la centralidad de la persona humana. También les urge a armonizar mejor las exigencias de la eficiencia económica y los requisitos de la justicia social.
–Servicio en la política. El perseguir el bien común en espíritu de servicio debería inspirar a los laicos cristianos, recomienda el texto. El texto también insiste en una adecuada atención a la dimensión moral de la vida política y a un creciente testimonio cristiano por parte de los políticos.
Una civilización del amor
Las páginas conclusivas del Compendio se dedican al tema de construir una «Civilización del Amor». La gente está buscando significado a sus vidas, observa el texto, y la Iglesia responde con la proclamación del Evangelio de Cristo. A través de la fe en Dios y en Jesucristo, los cristianos pueden obtener inspiración sobre los principios que deberían ordenar la vida privada y pública.
Llevar a cabo una renovación de la sociedad para asegurar la justicia y la solidaridad no es una tarea fácil, y no deberíamos pensar que hay una fórmula mágica para resolver los problemas. Nuestra salvación no descansa en una fórmula, sino en la persona de Cristo, que se encuentra en el Evangelio y en la Tradición de la Iglesia.
E incluso aunque los creyentes saben que nunca habrá un paraíso terrenal, su esperanza fundada en Cristo les da la confianza en la construcción de un mundo mejor. En este esfuerzo deberíamos guiarnos por el principio de la primacía del amor. El amor, añade el Compendio, debería permear toda relación social y ser la norma superior para toda actividad.
El mandamiento del amor contenido en el Evangelio de
bería ser para los cristianos un mensaje que les transforme y les lleve a rechazar el egoísmo y el individualismo. Este amor, a su vez, requiere la práctica de la justicia y nos inspira en la donación de nosotros mismos. Palabras apropiadas para cerrar la síntesis de la doctrina social de la Iglesia.