Benedicto XVI rezó para que los cardenales escogieran a otro más capaz

Según confesó este lunes en la audiencia concedida a peregrinos alemanes

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 25 abril 2005 (ZENIT.org).- «Tuve que hacer lo que había predicado», reconoció este lunes Benedicto XVI ante sus compatriotas, tras revelar que durante el cónclave rezó para que los cardenales eligieran a otro más capaz.

El nuevo pontífice celebró una audiencia en la Sala Pablo VI del Vaticano llena de humor en la que participaron unos 5.000 alemanes, que habían venido a Roma con motivo de la misa de inicio solemne de su pontificado.

Con una amplia sonrisa, en medio de muchas banderas de su patria chica, Baviera, el obispo de Roma quiso revelar –improvisando en alemán– «algo del cónclave», pero «sin violar el secreto».

Explicó que cuando los votos de los cardenales se iban decantando en su nombre, le dijo al Señor: «¡No me vas a hacer esto!». Los presentes entonces estallaron en risas. «Tú tienes otros más jóvenes y más capaces que puedan realizar esta tarea con un nuevo impulso, y nueva fuerza», siguió diciendo en su súplica el entonces cardenal.

En ese momento, confiaba, quedó muy «emocionado» por la carta de un cardenal en la que le recordaba lo que había predicado en la misa de exequias por Juan Pablo II sobre el diálogo de Jesús con Pedro en el Lago de Genesaret en el que le decía: «Sígueme», en alemán, «Folge mich». De hecho esta palabra fue el lema de su homilía.

El entonces decano del Colegio de los cardenales, Joseph Ratzinger, recordó en aquella ocasión cómo Juan Pablo II, como Pedro, había respondido «sí» a esta propuesta del Señor.

«Mi hermano cardenal me escribía –recordó el nuevo Papa–: «Si el Señor te dijera ahora: ‘Sígueme’, acuérdate de lo que has predicado. No rechaces. Obedece, como dijiste que hizo el gran Papa difunto»».

Este mensaje, «me llegó al corazón», reconoció el obispo de Roma. «Los caminos del Señor no son cómodos, pero no estamos creados para la comodidad, sino para lo que es Grande y Bueno», los aplausos volvieron a resonar.

«De este modo, al final no me quedaba otra opción que decir «sí». Tengo confianza en el Señor y tengo confianza en vosotros, queridos amigos», reconoció.

Suscitando risas y aplausos entre los presentes, afirmó que «nunca pensé en ser elegido, ni hice nada para que así fuese, pero cuando el lento desarrollo de las votaciones hacía entender que se acercaba la «guillotina», pedí a Dios que me evitara ese destino».

«Un cristino nunca está solo, dije ayer en la homilía», y tras hacer referencia a los momentos que ha vivido la Iglesia con la muerte del Papa, afirmó: «Está claro que la Iglesia no está cerrada en sí misma y que no vive para ella. Ha quedado claro que no es vieja ni está paralizada. No, es joven».

En esta ocasión los aplausos vinieron sobre todo de los jóvenes presentes que están preparando las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia.

«No es verdad que los jóvenes piensan ante todo en el consumismo, en el placer –más aplausos–. No es verdad que son materialistas y egoístas. La verdad es lo contrario: los jóvenes quieren lo que es grande».

Rechazan «la injusticia», las «desigualdades», siguió diciendo el Papa, quieren trabajar por el «bien» en el mundo. «Por eso, los jóvenes –¡vosotros!– están abiertos a Cristo. Cristo no nos ha prometido una vida cómoda. Quien quiere el confort se ha equivocado de dirección. Pero nos muestra el camino de lo que es grande, de lo que es bueno, de una vida humana auténtica».

«Cuando habla de la cruz que tenemos que cargar, no lo hace por el placer de la tortura o un moralismo estrecho. Es el impulso del Amor, que sale de sí mismo, que no se preocupa de sí mismo, sino que se abre a los demás para ponerse al servicio de la verdad, de la justicia, del bien. Cristo nos muestra a Dios y de este modo la verdadera grandeza del hombre».

A continuación el Papa saludó a la delegación de su tierra de origen, y aclaró: «estoy en Roma desde hace veintitrés años, pero soy de Baviera».

Por último, confesó su alegría por el hecho de que la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en Colonia, «donde los jóvenes del mundo van a encontrarse, o más bien, donde los jóvenes del mundo van a encontrarse con Cristo».

El encuentro concluyó con un Padrenuestro y un Avemaría en alemán.

Antes de tomar la palabra, el Papa Benedicto XVI había saludado a los presentes dándoles la mano. Llegó con algo de retraso, pues se había alargado su encuentro precedente con representantes de las confesiones cristianas y de las demás religiones en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

«Ante todo quiero presentar mis excusas por este retraso. Los alemanes son conocidos por su puntualidad. ¡Parece que ya me he italianizado!», dijo con una gran sonrisa. Reconoció que las señales de apoyo que proceden de su país le están dando «fuerza» y «ayuda» en este inicio de pontificado.

En la audiencia también hubo aplausos para el hermano mayor del Papa, sacerdote, Georg, quien vive en Ratisbona, y se encuentra en Roma para participar en el inicio solemne del pontificado.

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ZENIT Staff

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