Buena parte de los dignatarios habían participado en esa misma Plaza de San Pedro en el funeral de de Juan Pablo II que había sido presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, en calidad de decano del Colegio de los cardenales.

En esta ocasión, había 140 delegaciones oficiales, entre las que se encontraban cerca de cuarenta jefes de Estado y de Gobierno, además de representantes de Casas Reales.

En representación de Alemania, patria del nuevo Papa, se encontraban presentes el canciller Gerhard Schroeder y el presidente, Horst Koehler, junto a los que se podía ver a otros líderes como el presidente austríaco, Heinz Fischer.

Entre los representantes de las Casas Reales, se encontraban los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía; el duque de Edimburgo, esposo de la Reina Isabel II de Inglaterra; los príncipes herederos de Bélgica; Guillermo de Holanda; los Grandes Duques de Luxemburgo, Enrique y Teresa; el príncipe Alberto de Mónaco, que vestía de luto por la muerte de su padre, Rainiero de Mónaco.

En representación de países latinoamericanos, pudo verse al presidente argentino, Néstor Kirchner; al argentino, Álvaro Uribe; al hondureño, Ricardo Maduro; al paraguayo, Nicanor Duarte; al salvadoreño, Elías Antonio Saca; y el dominicano, Leonel Fernández.

Los Estados Unidos, que en el funeral Juan Pablo II estuvieron representados por el presidente George W. Bush, se hicieron presentes con el hermano del presidente y gobernador de Florida, Jeb Bush.

Al término de la solemne ceremonia, y después de que Benedicto XVI recorriera la Plaza de San Pedro en un jeep blanco descubierto, los dignatarios saludaron dentro de la Basílica de San Pedro al obispo de Roma.

El Papa, quien ya ha confirmado su compromiso para promover el diálogo con los demás cristianos en su primer mensaje público, recibió durante la celebración el abrazo de líderes cristianos de todo el mundo.

Entre ellos se encontraba el arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, primado de la comunión anglicana, así como representantes de las Iglesias ortodoxas, como el arzobispo Chrysostomos del patriarcado ecuménico de Constantinopla y el arzobispo Kirill, del patriarcado de Moscú.