ROMA, martes, 3 mayo 2005 (ZENIT.org).- Uno de los escritores más jóvenes y conocidos de España, Juan Manuel de Prada, ha ilustrado en Roma su regreso a la fe y ha acusado a los que atacan a la Iglesia de ser «cobardes».
El escritor ha sido uno de los ponentes principales del II Congreso Poética y Cristianismo y organizado en Roma por la Facultad de Comunicación Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz que ha explorado entre el 28 y el 29 de abril el tema del regreso a casa.
Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) es autor entre otras obras de «El silencio del patinador» o «La tempestad», Premio Planeta de Narrativa 1997.
El escritor y ensayista reveló detalles de su conversión, aunque prefiere llamarla «regreso a la fe» o «retorno del hijo pródigo»: «La fe ha sido siempre mi casa originaria, puesto que en ella fui educado, pero, llegado cierto momento, llegó a convertirse en una fe mostrenca, inerte».
«El regreso a la fe no es fácil: con el pasar del tiempo estás golpeado por la vida, eres más cínico», advirtió.
«El regreso a la fe fue precedido de dos acontecimientos: uno, descubrir la verdadera vocación artística, y la otra la hostilidad machacona y ensañada que desde círculos intelectuales se dedica a la Iglesia», dijo al inicio de su intervención.
«Atacar a la Iglesia es un acto de bajeza y cobardía», comentó, reconociendo que «me repugnaba la calumnia y descubrí la naturaleza creativa del cristianismo».
«Una hostilidad gregaria que, en España, lamentablemente se ha convertido en marchamo de progresismo», añadió.
«El camino de regreso sigue tres etapas: primero surgió en mí un talante de polemista frente a las patrañas y calumnias que se arrojan contra el catolicismo». Luego, «la impertinencia devino curiosidad y ya por último ese interés me condujo al pleno disfrute de un inabarcable legado cultural y espiritual que me ha hecho más libre como escritor y como individuo».
«El cristianismo es la respuesta más plena a las zozobras que asaltan al hombre de nuestro tiempo, puesto que sus ideas perennemente nuevas nos siguen salvando de la banalidad circundante», comentó en su ponencia.
El escritor español reconoció que «nuestra época relativista no soporta la verdad, lo considera todo más o menos valioso y discutible».
«La fortaleza del pensamiento cristiano que parte de la Verdad no resulta soportable a los nuevos apóstoles del relativismo que quieren una sociedad desarmada sin referentes», observó.
«Los enemigos de la fe atacan porque ven debilidad» y manifestó que «indudablemente hay una fractura entre el mundo de la fe y el de la cultura».
Para este escritor la brecha es «insalvable» en algunos países y lamentó que «los católicos detentan posiciones de retaguardia en la sociedad: no hay grandes artistas católicos».
«Hay una cruzada laicista muy beligerante que está intentando extirpar la impronta del cristianismo», lamentó, y mostró su preocupación por la «conspiración no sólo contra la fe sino contra la transmisión de la cultura cristiana».
«Me indigna ver las jóvenes generaciones incapaces ya de disfrutar de la gran cultura clásica, de escuchar Bach o leer la "Divina Comedia" porqué se da un interés en sustituir este legado con el saber tecnológico, útil pero que no puede prescindir de este bagaje humanístico», concluyó.
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May 03, 2005 00:00