LONDRES, sábado, 7 mayo 2005 (ZENIT.org).- Políticos y líderes de Iglesia en Inglaterra hacen declaraciones sobre el tema del aborto y la posibilidad de introducir algunas restricciones sobre su práctica. Las declaraciones se han hecho con motivo del anuncio de las elecciones nacionales. Incluso aunque el comienzo oficial de la campaña de elecciones ha visto cómo la atención se centraba en otros temas, la cuestión del aborto permanece como un problema sin resolver que se agita en el fondo.

La BBC observaba el 15 de marzo que el tema surgió en entrevistas con líderes políticos en la revista Cosmopolitan. El líder del partido conservador en la oposición, Michael Howard, declaró que la actual ley equivale al aborto a la carta y apoyó una reducción del límite legal en el que el aborto se puede llevar a cabo, de las 24 a las 20 semanas.

El primer ministro Tony Blair, también entrevistado en la revista, afirmaba que el aborto es un «tema difícil», pero dejó claro que Partido Laborista no tiene planes de cambiar la ley.

El tema se convirtió en noticia de portada, cuando el arzobispo de Westminster, el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, realizó unas declaraciones que fueron interpretadas por los medios como un respaldo a Michael Howard, y por consiguiente un rechazo del tradicional apoyo católico al Partido Laborista de Tony Blair. Una declaración hecha pública el 15 de marzo por Austen Ivereigh, secretaria de prensa del cardenal, clarificó el tema, apuntando que la Iglesia católica no apoyaba a ningún partido político.

Sin embargo, el cardenal Murphy-O’Connor reconoció que daba la bienvenida a la declaración de Howard sobre el aborto, «como doy la bienvenida a todos los llamamientos de este tipo de cualquier político, sea cual sea su partido». El cardenal declaraba: «Hay un cambio en la opinión pública sobre el aborto, que los partidos políticos han comenzado a detectar. La gente cree que simplemente hay demasiados abortos, que están disponible con demasiada facilidad, y que se realizan demasiado tarde».

Seis millones…
El cardenal Murphy-O’Connor volvió al tema con un artículo de opinión publicado el 27 de marzo, Domingo de Pascua, en el periódico Telegraph. Reflexionando sobre lo que la resurrección del Señor significa en la Gran Bretaña de hoy, el cardenal comentaba que «la mejor manera de saber si Gran Bretaña es todavía de alguna forma una sociedad cristiana es ver cómo trata a sus personas más vulnerables, las que demanda poca o ninguna atención pública, aquellos sin belleza ni fuerza ni inteligencia».

Entre los vulnerables, observaba, están los no nacidos. Hay actualmente cerca de 180.000 abortos al año en Gran Bretaña, observaba, y cerca de 6 millones en total desde que se legalizó la práctica en 1967. «¿Corroen nuestras conciencias, así como nuestras instituciones, los millones de abortos realizados desde 1967?», preguntaba.

El aborto también fue tema del mensaje de Pascua del cardenal Keith Patrick O’Brien, presidente de la conferencia episcopal escocesa. «Es evidente que los valores morales de nuestra entera sociedad se ponen en cuestión por la práctica del aborto», escribía. «Puesto que se permite, nuestras leyes y práctica médica conspiran para rebajar el valor de la vida humana y contra toda lógica permitir que la vida cuando es más indefensa sea atacada y destruida».

Y en un artículo publicado en el periódico Scotsman, el 18 de marzo, el cardenal O’Brien llamaba la atención sobre el problema planteado a los padres por el aborto. «Muchas mujeres sufren del síndrome post-aborto», escribía. «Se sienten afligidas por el niño que han perdido y sus vidas y relaciones pueden verse gravemente afectadas. Los padres, también, se ven afectados; no tienen derechos en la decisión de abortar incluso si están casados con la madre».

Uniéndose al debate, el arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, pedía a los políticos que revisaran la actual ley. En un artículo publicado por el Sunday Times, el 20 marzo, declaraba: «Para una gran mayoría de cristianos – no sólo para los católicos romanos y para el que escribe – es imposible mirar el aborto como otra cosa que no sea la terminación deliberada de una vida humana».

Rechazando las críticas de que los líderes religiosos no deberían intervenir en la arena política, el primado anglicano sostenía: «La idea de que los temas aquí planteados son el primer paso hacia una tiranía teocrática o una capitulación ante una especie de derecho cristiano neandertal es un sin sentido alarmista».

Condenar al que no es perfecto
Los abortos tardíos suscitaron notable preocupación el año pasado. Un caso que recibió mucha atención es el aborto de un feto de 28 semanas en el 2001, debido al hecho de que el niño tenía el defecto de tener el labio leporino.

La policía no presentó cargo por el aborto, incluso aunque el procedimiento en Gran Bretaña tras las 24 semanas sólo se permite en caso de graves minusvalías. Protestando por la falta de acción de las autoridades, la ministra anglicana Joanna Jepson interpuso una demanda buscando encausar a los doctores. Hace un mes llegó la decisión final sobre el caso, el Servicio Fiscal de la Corona decidió no tomar medidas contra los doctores, informó el 16 de marzo la BBC. Los doctores actuaron de «buena fe», declaró el Servicio Fiscal.

Jepson, que nació ella misma con ese defecto del labio leporino, protestó la decisión en un artículo publicado el 20 de marzo en el Telegraph. «Para mí», escribía, «el aborto de cualquier feto – dejemos de lado el hecho de que tenga siete meses – por causa de una afección facial tratable, nunca puede justificarse moralmente. No obstante, como sociedad, estamos diciendo que un labio leporino y un paladar son argumentos para terminar con la vida de un niño no nacido viable».

Jepson también observó que «La historia del siglo XX y el espeluznante horror del programa eugenésico nazi – supervisado por médicos ‘de buena fe’- dejan bastante claro qué puede suceder cuando las supuestas imperfecciones condenan a negar el derecho a la vida. Como sociedad, parecemos ahora estar diciendo que la única medida para considerar digna una vida es si es querida o no».

En aumento
También se suscitó preocupación por los datos que muestran que, en el año 2003, se realizaron 1.023 abortos en niñas de 14 años o menos, informaba el 20 de febrero el Sunday Times. En éstos están incluidos 148 abortos en niñas de 11, 12 y 13 años. Las cifras dadas por el Ministerio de Sanidad mostraban que cerca de 3.500 chicas de menos de 16 años abortan cada año.

«Encuentro asombrosas estas cifras», decía al periódico Julia Millington, directora del Partido ProVida. «El aborto alcanzó sus máximos absolutos en el 2003 y el mayor aumento se dio entre las adolescentes. La estrategia de reducir el aborto adolescente no funciona y está teniendo el efecto opuesto. Aumentan los abortos y las enfermedades de transmisión sexual entre adolescentes y es el momento para que el gobierno revise su estrategia».

El Sunday Times sacó otro reportaje el 17 de abril que revelaba que en el 2003, el último año del que se dispone de dato, se llevaron a cabo 1.229 abortos con fetos de entre 22 y 24 semanas. Sólo un quinto de estos se debió a un riesgo de que el niño naciera con una grave discapacidad. El artículo afirmaba que los últimos datos médicos muestran que los niños nacidos a las 23 semanas tienen un 17% de posibilidades de sobrevivir, mientras que para los de 24 semanas esta posibilidad asciende al 39%.

Un reportaje publicado el 10 de abril por el periódico Scotland on Sunday revelaba que los hospitales locales escoceses han realizado abortos sobre fetos con graves anormalidades incluso a las 34 semanas. Un hospital, decía el artículo, llevó a cabo un aborto sólo 6 semanas antes de la fecha de nacimiento del bebé.

En total, según el periódico, las cifras oficiales muestran que en Escocia ha habido 25 abortos en fetos de más de más de 25 semanas de gestación desde 1998. Estadísticas que mantendrá que probablemente mantendrán vivo el debate sobre el aborto en Gran Bretaña.