BARI, martes, 10 mayo 2005 (ZENIT.org).- En su primer viaje fuera de la provincia romana, Benedicto XVI relanzará al mundo el mensaje que dejaron los mártires de Abitene: «Sin el domingo no podemos vivir».
Es el lema del XXIV Congreso Eucarístico Nacional Italiano, que se celebrará del 21 al 29 de mayo, y que el Papa clausurará, según confirmó este lunes el Vaticano.
Los mártires, asesinados en el año 303, vivían en Abitene, ciudad de la provincia romana llamada «Africa proconsularis», actualmente Túnez. Fueron víctimas de la persecución lanzada por el emperador Diocleciano, tras años de relativa calma.
Ordenó que «se debían buscar los textos sagrados y los santos Testamentos del Señor y las divinas Escrituras, para que fueran quemadas; se debían derribar las basílicas del Señor; se debía prohibir la celebración de los ritos sagrados y las santísimas reuniones del Señor» («Actas de los Mártires, I»–), explican los organizadores del Congreso Eucarístico (www.congressoeucaristico.it).
Incumpliendo las órdenes del emperador, en Abitene un grupo de 49 cristianos (entre ellos un senador, Dativo, un presbítero, Saturnino, una virgen, Victoria, un lector, Emerito) se reunía semanalmente en casa de uno de ellos para celebrar la Eucaristía dominical.
Sorprendidos en una de sus reuniones en casa de Ottavio Felice, fueron arrestados y llevados a Cartago ante el procónsul Anulino para ser interrogados.
Al procónsul, quien les preguntó si poseían en sus casas las Escrituras, los mártires confesaron con valor que «las custodiaban en el corazón», revelando que no deseaban separar de modo alguno la fe de la vida.
«Te ruego, Cristo, atiéndeme», «te doy gracias, oh Dios», «te ruego, Cristo, ten piedad», son exclamaciones que salieron de labios de los mártires durante su tormento. Su oración se acompañó del ofrecimiento de su propia vida unida a la petición de perdón por sus verdugos.
Entre los testimonios se recogió el de Emerito, quien afirmó sin temor que acogió a los cristianos para la celebración. El procónsul le preguntó: «¿Por qué has acogido en tu casa a los cristianos, transgrediendo las disposiciones imperiales?». «Sine dominico non possumus» («Sin el domingo no podemos vivir»), respondió Emérito.
«El término “dominicum” encierra en sí un triple significado –explican los organizadores del Congreso–. Indica el día del Señor, pero remite a la vez a cuanto constituye su contenido: Su resurrección y Su presencia en el acontecimiento eucarístico».
El motivo del martirio «no hay que buscarlo en la sola observancia de un “precepto”» pues «en ese período la Iglesia no había aún establecido de manera formal el precepto festivo», apunta el pro-vicario de la archidiócesis de Bari-Bitonto, monseñor Vito Angiuli, en la edición del domingo pasado de «L’Osservatore Romano».
«En el fondo –recalca– estaba la convicción de que la Eucaristía dominical es un elemento constitutivo de la propia identidad cristiana y que no hay vida cristiana sin el domingo y sin la Eucaristía».
Así se desprende «con claridad –dice– del comentario que el redactor de las “Actas” hace a la pregunta planteada por el procónsul al mártir Felice: “No te pregunto si tú eres cristiano, sino si has participado en la asamblea o si tienes algún libro de las Escrituras”».
«¡Oh necia y ridícula pregunta del juez! –se lee en el comentario de las “Actas”– […]. ¡Como si un cristiano pudiera estar sin la Pascua dominical o la Pascua dominical se pudiera celebrar sin que hubiera un cristiano! ¿No lo sabes, Satanás, que es la Pascua dominical la que hace al cristiano y que es el cristiano el que hace la Pascua dominical, de modo que el uno no puede subsistir sin la otra, y viceversa?».
«Cuando oigas decir “cristiano”, que sepas que ahí hay una asamblea que celebra al Señor; y cuando oigas decir “asamblea”, que sepas que allí está el cristiano», concluye la cita.