La historia «no está en manos de potencias oscuras», asegura el Papa

Invita a la confianza al comentar el «Himno de adoración» del Apocalipsis

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 11 mayo 2005 (ZENIT.org).- La historia «no está en manos de potencias oscuras», sino en manos de Dios, afirmó este miércoles el Papa Benedicto XVI, lanzando un llamamiento a la confianza.

El pontífice comentó durante la audiencia general el cántico del Apocalipsis (capítulo 15), «Himno de adoración», presentado por la Liturgia de las Vísperas, continuando así con la serie de intervenciones que ya había comenzado Juan Pablo II durante este encuentro semanal con los peregrinos.
<br> «La historia no está en manos de potencias oscuras, del azar o de opciones humanas», aseguró el obispo de Roma, quien al llegar a la plaza de San Pedro de pie, abordo del jeep blanco descubierto, saludó durante un buen rato a los 20.000 fieles presentes.

«Ante el desencadenamiento de energías malvadas, ante la irrupción vehemente de Satanás, ante tantos azotes y males –añadió–, se eleva el Señor, árbitro supremo de las vicisitudes de la historia».

«Dios no es indiferente ante las vicisitudes humanas, sino que penetra en ellas realizando sus «caminos», es decir, sus proyectos y sus «obras» eficaces», recalcó el Santo Padre.

«Esta intervención divina tiene un fin preciso –aclaró en su intervención leída en italiano–: ser un signo que invita a todos los pueblos de la tierra a la conversión. Las naciones deben aprender a «leer» en la historia un mensaje de Dios».

Para Benedicto XVI «la aventura de la humanidad no es confusa y carente de significado, ni está sometida a la prevaricación de los prepotentes y perversos» y, de hecho, «existe la posibilidad de reconocer la acción de Dios en la historia».

Recordó que el Concilio Ecuménico Vaticano II, en la constitución pastoral «Gaudium et spes», invita al creyente «a escrutar, a la luz del Evangelio, los signos de los tiempos para ver en ellos la manifestación de la acción misma de Dios».

«Esta actitud de fe lleva al ser humano a reconocer la potencia de Dios que actúa en la historia, y a abrirse así al temor del nombre del Señor», siguió aclarando, «temor» que no es «miedo», sino «el reconocimiento del misterio de la trascendencia divina».

«Gracias al temor del Señor no se tiene miedo del mal que irrumpe en la historia y se retoma con vigor el camino de la vida», explicó, repitiendo las últimas palabras de Jesús sobre la tierra: «¡Ánimo! yo he vencido al mundo».

Como el miércoles anterior, el Papa dejó a un lado los papeles en una ocasión. Esta vez fue para citar al Papa Juan XXIII, quien solía repetir: «el que cree no tiembla, pues el que cree no debe tener miedo del mundo ni del futuro».

El Papa saludó también en esta ocasión en numerosos idiomas, entre otros el polaco y el lituano, y por primera vez en portugués.

Terminada la catequesis, el Papa pasó de nuevo entre los presentes para saludarles, mientras muchos gritaban en italiano: «¡Be-ne-dic-to!» («Be-ne-det-to»).

Pueden leerse las intervenciones de Juan Pablo II sobre los cánticos y salmos de la Liturgia de las Vísperas en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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