CIUDAD DEL VATICANO, martes, 17 mayo 2005 (ZENIT.org).- Sólo una Europa basada en valores fundamentales podrá ser amada por sus ciudadanos y convertirse en factor de civilización y paz, considera la Santa Sede.
El arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados, constató cuáles han sido los fundamentos que han forjado el viejo continente al intervenir este lunes en la tercera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros del Consejo de Europa, que se ha concluido este martes en Varsovia.
«Europa sólo podrá ser amada por sus ciudadanos y actuar como factor de paz y civilización en el mundo si está animada por algunos valores fundamentales», aseguró el jefe de la Delegación vaticana.
Monseñor Lajolo enumeró algunos de estos valores, destacando en primer lugar «la promoción de la dignidad del hombre y de sus derechos fundamentales, entre los que se encuentra en primer lugar la libertad de conciencia y de religión».
En segundo lugar, mencionó «la búsqueda del bien común con espíritu de solidaridad ».
En tercer lugar, señaló «el respeto de las identidades nacionales y culturales».
«Indudablemente estos valores son compartidos por todos, pero, para que se tenga una aplicación concreta y no se queden en algo genéricamente opaco, tendrán que hacer referencia a la propia historia de Europa, pues ésta conforma Europa en su identidad espiritual», afirmó.
Y, constató, «el papel preeminente que el cristianismo ha desempeñado en la formación y enriquecimiento de este patrimonio –cultural, religioso y humanista– es bien conocido por todos y no puede ser ignorado».
Entre los desafíos que debe afrontar Europa, mencionó «la amenaza nuclear, que corre el riesgo ahora de dejar de sustraerse a la exclusiva responsabilidad histórica de las grandes potencias», «el surgimiento de fundamentalismos político-religiosos, los grandes fenómenos migratorios, y algunas situaciones de peligrosa inestabilidad a nivel estatal incluso dentro del ámbito europeo».
Se refería «en particular a la situación de Bosnia-Herzegovina y a la región de Kosovo, ambas necesitadas de una estructuración segura, que no puede alcanzarse sin asegurar eficaces garantías para las minorías».
Para afrontar estos desafíos, el prelado manifestó el apoyo de la Iglesia católica, pues está convencida de que «el mensaje de fraternidad, propio del Evangelio, la gran acción caritativa de las organizaciones católicas, el compromiso por el diálogo ecuménico e interreligioso pueden reforzar connaturalmente el compromiso por el diálogo político, interreligioso e intercultural», explicó.
Monseñor Lajolo aseguró, antes de concluir, el apoyo de la Santa Sede a «la construcción del gran proyecto Europeo».
