Primer «Jueves de Corpus» en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México

El cardenal Rivera Carrera denuncia la injusticia que vive el país

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MÉXICO, viernes, 27 mayo 2005 (ZENIT.orgEl ).- En medio de un fuerte aguacero, varios miles de fieles celebraron este jueves, junto con el cardenal y arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, la tradicional procesión del santísimo en la fiesta del Corpus Christi.

Por vez primera, la fiesta se desarrolló en la inmensa plancha del zócalo capitalino, la Plaza de la Constitución, que, no obstante estar frente a la Catedral Metropolitana, se ha considerado en el último siglo como el corazón cívico y laico de México.

Durante la homilía, pronunciada por el cardenal Rivera Carrera, hubo un fuerte pronunciamiento en contra de la situación de injusticia, violencia y pobreza que vive México con particular intensidad estos días, por las ejecuciones de narcotraficantes en el Norte, el asesinato de mujeres y niñas en Ciudad Juárez, la inmigración a Estados Unidos que ha crecido en 75 % la última década) y el enrarecido ambiente político, previo a la campaña presidencial del 2006.

En México –dijo el cardenal Rivera Carrera– se vive una atmósfera viciada que envenena, y en la cual por todos lados la muerte se hace presente, quien agregó que en el país «algo está podrido y en mal estado».

A los padecimientos ancestrales (ignorancia, desnutrición, inseguridad), el purpurado mexicano agregó que los vicios estén destruyendo al hombre, y que la impunidad y la injusticia se estn apoderado de plazas y calles.

Ante miles de fieles que rodeaban el altar, subrayó que en el contexto actual del país «los gobernantes comprendan que regir es un servicio, que gobernar requiere conciencia recta».

«Me duele como un clavo ardiente este México que merece mucho más de lo que se le ha dado… somos un país hermoso y rico, con grandes recursos, con lugares de tierra y mar que muchos otros países desearían. Y sin embargo, algo está podrido y en mal estado», dijo el cardenal Rivera Carrera

La homilía del «Jueves de Corpus», como se le conoce en México, concluyó con una exhortación para que en México se de la unión fraterna de todos, por el bien del país, para que México sea una gran familia, donde reine la paz y la justicia, y exhortó a comprometerse por México más allá de las opciones de partidos políticos.

Cabe señalar que el «Jueves de Corpus» tiene una connotación muy particular entre los habitantes de la Ciudad de México, pues en esta fiesta, en el año 1971, ocurrió en la calles del Centro Histórico una matanza indiscriminada –por parte de fuerzas paramilitares– de estudiantes, obreros y empleados que protestaban por el endurecimiento del régimen tras los acontecimientos universitarios de 1968.

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ZENIT Staff

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