BAGDAD, martes, 31 mayo 2005 (ZENIT.org-Veritas).- El carmelita descalzo Manuel Hernández Estévez, vive en un convento muy cerca de la conflictiva «zona verde» de Bagdad, escenario habitual de atentados en los últimos meses.
Manuel Hernández, según explicó a Veritas, casi no puede salir del convento porque es «demasiado arriesgado». En la medida de sus posibilidades intenta ayudar a las familias iraquíes con dificultades, especialmente aquellas que presentan enfermedades que requieren intervenciones médicas en Europa, para lo cual el misionero pide ayuda.
«Llevo aquí año y medio, y la verdad es que no cambia nada. Son problemas tan grandes los que tiene este país, de todo tipo, que pasará tiempo hasta que vuelva una cierta normalidad», reconoce.
«Ha mejorado el clima, el estado de ánimo de la gente, que ha sido muy valiente al acudir a las urnas, a pesar de los riesgos y de las amenazas --aclara--. Pero después de dos meses de aquellas elecciones, sigue habiendo muertos y muertos, y víctimas, y heridos, y gente mutilada, y gente con dolor. Esto está desesperanzando a la gente».
Por lo que se refiere a la situación de los cristianos, el religioso explica que «no está habiendo, contrariamente a lo que se dice y se intenta demostrar, una persecución directa a los cristianos por parte de los musulmanes, a raíz de los atentados terroristas contra iglesias, etc. Los terroristas, como sabemos, atentan donde pueden, lo que quieren es matar gente, hacer daño, sembrar el terror».
«No se puede hablar de una confrontación entre el Islam y el cristianismo --asegura--. Sencillamente, los terroristas buscan hacer daño. Obviamente los cristianos iraquíes viven en una sociedad musulmana (el 95%), y eso tiene mucha repercusión en la vida social, en el acceso al trabajo, a las universidades, a los colegios, etc. Están marginados porque son una minoría, pero no se puede hablar propiamente de confrontación».
A quien le pregunta si dejará Irak, el carmelita explica que su presencia es necesaria. «Los cristianos tenemos que quedarnos aquí, no nos vamos a ir ahora que nos necesitan, y cuando la situación mejore, volver y decir “¿qué, cómo estáis?”. Es de sentido común. Los que hemos estado en misiones toda la vida nos guiamos por otros parámetros, tenemos que dar testimonio del amor de Jesús a esta gente, estando con ellos para lo bueno y para lo malo».
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May 31, 2005 00:00