CIUDAD DEL VATICANO, martes, 31 mayo 2005 (ZENIT.org).- En medio de las pruebas que en estos momentos atraviesan los presbíteros, la Santa Sede les pide y propone que redescubran esa amistad con Cristo que les llevó a abrazar la vocación sacerdotal.
«El secreto o la clave de la vida sacerdotal es el amor apasionado por Cristo que le lleva al anuncio apasionado de Cristo», afirma el documento que ha distribuido la Congregación para el Clero con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes.
Esta Jornada, que se celebra el 3 de junio, solemnidad de Sagrado Corazón de Jesús, fue introducida en la Iglesia por Juan Pablo II.
En el documento distribuido por la Congregación vaticana, cuyo prefecto es el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, se recoge en síntesis, tanto el testamento que dejó el Papa Karol Wojtyla a los presbíteros, en particular con su Carta de Juan Pablo II a los sacerdotes para el Jueves Santo de 2005, escrita desde el hospital, como las primeras propuestas de Benedicto XVI.
El nuevo obispo de Roma, explica este documento, «nos llama a vivir este Año Eucarístico, redescubriendo la amistad con Cristo y haciendo de la misma la clave de nuestra existencia sacerdotal».
«Estamos llamados a volver continuamente a la raíz de nuestro sacerdocio. Esta raíz, como sabéis muy bien, es una sola: Jesucristo nuestro Señor», explica el texto.
«Quien deja entrar a Cristo en su vida no pierde nada, absolutamente nada, de lo que hace la vida libre, bella y grande», explica el documento vaticano citando la homilía de Benedicto XVI en la misa de inicio solemne de su pontificado.
«Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida –añadía ese 24 de abril de 2005–. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. El no quita nada y lo da todo»
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús se promulgó a raíz de las apariciones de Cristo (la más famosa tuvo lugar el 16 de junio 1675), a santa Margarita María de Alacoque (1647-1690), religiosa de la Visitación en la localidad francesa de Paray-le-Monial.
Según las actas del proceso de canonización, en la aparición, Cristo confesó a la religiosa su dolor por los pecados y sacrilegios de la humanidad, pero sobre todo por las infidelidades de los que se han consagrado él, en particular de los sacerdotes.
Los escándalos atribuidos a algunos sacerdotes en algunos países en los últimos años ha subrayado la importancia de la decisión de Juan Pablo II de instituir esta Jornada.