FRONT ROYAL (Virginia, EE. UU.), miércoles, 1 junio 2005 (ZENIT.org).- El nuevo Papa continuará el buen trabajo iniciado por Juan Pablo II en sus constituciones apostólicas «Sapientia Christiana» y «Ex Corde Ecclesiae», considera Timothy O’Donnell, presidente del Christendom College (con sede en Virginia, EE. UU.), cuyos docentes juran fidelidad al Magisterio todos los años.
O’Donnell explica a Zenit por qué considera que Benedicto XVI proseguirá con el legado de su predecesor insistiendo en la síntesis de fe y razón en la tradición intelectual católica.
–¿En qué circunstancias conoció el «Christendom College» al nuevo Papa Benedicto XVI?
–Timothy O’Donnell: Conocí al cardenal Ratzinger en 1996 durante un viaje a Roma. Pude encontrarme con él en la Congregación para la Doctrina de la Fe y presentarle el trabajo del Christendom College. Fue un hombre muy cortés y demostró un vivo interés por el trabajo del Christendom.
Le conté que cada año todo el cuerpo docente de nuestro «college» de humanidades presta voluntariamente juramento de fidelidad al Magisterio de la Iglesia Católica en presencia de nuestro obispo. El cardenal Ratzinger se quedó muy impresionado y expresó su gratitud y admiración por nuestro trabajo.
Le aclaré que esto tiene lugar cada año durante nuestra Misa inaugural, para indicar de alguna forma a todos los estudiantes que no puede haber conflicto real entre fe y razón, ni puede existir limitación alguna a la libertad académica derivada de una serena acogida de la enseñanza de la Iglesia.
Él me manifestó también en esa ocasión su aprecio por el hecho de que el Christendom College se honre no sólo por su excelencia académica, sino también por su fidelidad al Magisterio de la Iglesia Católica.
Y es por esto, y por el fuerte apoyo al Christendom College por parte del difunto cardenal Jan Schotte, secretario general del Sínodo de los Obispos, que el cardenal Ratzinger aceptó con gusto en 2002 la presidencia honoraria de nuestro Comité de celebración del 25º aniversario.
En otras ocasiones ha recibido además a grupos de estudiantes y peregrinos del Christendom en la Congregación para la Doctrina de la Fe y en sus Misas de la mañana en la Ciudad del Vaticano.
–¿Qué impresión tuvo de él como intelectual?
–Timothy O’Donnell: De nuestras conversaciones tuve claro que el cardenal Ratzinger es un hombre de fina inteligencia, profundamente sensible a las tendencias del pensamiento contemporáneo. Ve con claridad los peligros de un secularismo brutal acompañado de un relativismo moral que despojaría a la vida humana de su verdadero significado y dignidad.
Me impresionó no sólo la claridad de su pensamiento, sino también su amabilidad y su bondad, bastante distinto del injusto retrato que entonces hacían de él en algunos medios de comunicación.
–Benedicto XVI fue profesor universitario y está familiarizado con el ámbito académico. ¿Qué efectos cree que podrá tener este aspecto en su pontificado?
–Timothy O’Donnell: Creo que la experiencia del Papa Benedicto XVI como profesor universitario tendrá un gran impacto en su pontificado, tal vez muy similar al impacto que tuvo la experiencia universitaria de Juan Pablo II en el pontificado wojtyliano.
Creo que nuestro actual Santo Padre continuará el buen trabajo iniciado por el Papa Juan Pablo II en sus constituciones apostólicas «Sapientia Christiana» y «Ex Corde Ecclesiae».
Pienso que encontrará particularmente importante continuar explicando el papel vital que debe ser desempeñado por las instituciones católicas de educación superior en el intento de instaurar nuevamente un diálogo con la cultura y comunicar eficazmente al mundo la gran síntesis de la tradición intelectual católica, que une fe y razón y reconoce en ambas la fuente común en Dios omnipotente.
Esto sólo podrá lograse si la universidad mantiene una fuerte identidad católica, con un especial compromiso por el Evangelio y se comunica a través del Magisterio.
–¿Cómo afrontará el nuevo Papa la realización de la constitución «Ex Corde Ecclesiae», el documento que requiere la verificación de la fidelidad de un teólogo al Magisterio?
–Timothy O’Donnell: Creo que «Ex Corde Ecclesiae» será muy importante para el Papa Benedicto XVI. Prueba de ello puede verse en un bello documento que su Congregación publicó, titulado «Sobre la vocación eclesial del teólogo».
Este lúcido documento podrá ayudar mucho a los teólogos que buscan la verdad con sinceridad a reconocer que existe una especial dimensión eclesial en su misión en el ámbito de la educación católica que requiere fidelidad al depósito de la fe como es comunicada por la Iglesia, sin lo cual no están realmente haciendo teología católica en absoluto.
Pueden estar desarrollando una importante tarea en el campo de los estudios religiosos, pero eso, en cualquier caso, tiene que ver principalmente con lo que el hombre cree sobre Dios más que el verdadero tema del estudio teológico, que tiene por objeto Dios y su amorosa revelación al hombre.
«Ex Corde Ecclesiae» insiste en el especial vínculo que debería existir entre los teólogos católicos y la Iglesia en el servicio a la verdad. Esta maravillosa y vital dimensión eclesial del trabajo de los teólogos católicos debe ser acogida con gozo, en el servicio a la Iglesia y a toda la humanidad.
La constitución apostólica habla de la universidad católica como «consagrada» de forma especial a la búsqueda y a la adquisición de la verdad. Debe por lo tanto estar abierta a todo lo que tenga que ver con Dios, el hombre y el orden creado. El teólogo católico tiene un papel crucial en esta misión esencial.
Como enseñó el Concilio Vaticano II en «Dei Verbum», las Sagradas Escrituras, la Sagrada Tradición y el Magisterio son como tres pilares tan unidos entre sí que «uno realmente no puede mantenerse sin los demás». Ellos deberían ser utilizados y gozosamente aceptados por el teólogo en su esfuerzo por ayudar a explicar la fe en el servicio a la Iglesia y a un mundo que tienen hambre de la verdad salvífica de Cristo.
–Un corolario: ¿tienen los estudiosos algo que temer del papado de Benedicto XVI?
–Timothy O’Donnell: El hecho de que el Papa Benedicto XVI sea un hombre de gran intelecto y talento académico debería dar garantías a todos los estudiosos de que no tienen nada que temer.
Frecuentemente, por desgracia, los temores derivan de la creencia de que perderán su «libertad». Como el Papa expresó maravillosamente en su homilía inaugural, «el yugo de Cristo… no es para nosotros un peso exterior, que nos oprime y nos priva de la libertad».
El Papa Benedicto XVI, como todo verdadero académico, está totalmente dedicado a la búsqueda y a la adquisición de la verdad. Debe recordarse que la verdad es el objetivo del intelecto. Una vez que la verdad ha sido descubierta, existe una especial obligación de sumisión a la verdad cuando la verdad es reconocida. Esto es para lo que el corazón y la mente humana fueron creados por Dios, quien nos ama.
Debemos recordar que, al contrario de la opinión popular, una mente abierta no es en sí misma una perfección. La mente ha sido hecha para la verdad. El propósito del empeño académico es la adquisición y la comprensión de la verdad.
A tal fin, los estudiosos, que comparten este amor por la búsqueda y l
a adquisición de la verdad, deberían exultar por el hecho de que un hombre de tal intelecto, saber y profunda fe haya sido elevado a la sede papal.
Creo que su pontificado será una gracia para nuestro mundo sufriente y dividido. La elección del Papa Benedicto debería ser fuente de gozo y de esperanza para todos aquellos que aman la Iglesia, que aman la fe y que están empeñados «en comunicar toda la verdad sobre el hombre», que se revela plenamente en Jesucristo.