LA PAZ, lunes, 6 junio 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la carta pastoral ecuménica que han dirigido los representantes cristianos de Bolivia con motivo de las tensiones sociales que atraviesa el país
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“Hermanos míos, yo les ruego que se pongan todos de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes, vivan unidos y traten de ponerse de acuerdo en lo que piensan” (I Co 1,10)
Nos dirigimos a la opinión pública, a los gobernantes, a los movimientos sociales y cívicos y a las iglesias cristianas de Bolivia, como representantes de diferentes iglesias cristianas que creen que el Dios de Jesucristo tiene un Proyecto de vida y de libertad para el pueblo de Bolivia y en particular para las y los más desfavorecidos.
Reconocemos que, como creyentes y como miembros de iglesias no hemos hecho siempre el esfuerzo necesario para ponernos al servicio de nuestro pueblo, para escucharlo, para informarnos, para dedicar fuerzas a la elaboración de propuestas fundamentadas en fin, para ser testigos convincentes del Reino de justicia, igualdad y amor por el que apostamos desde la fe. Sin embargo estamos unidos y firmes para expresar nuestra palabra sobre los acontecimientos que vive nuestro país.
Las raíces estructurales de la situación de hoy
Nos encontramos nuevamente sumergidos en una verdadera crisis de Estado con el riesgo de lamentar pérdidas humanas y de ver postergadas o aniquiladas las perspectivas de la construcción de una identidad y de una sociedad boliviana incluyente, participativa y equitativa.
Como todas y todos los ciudadanos de buena voluntad sabemos que las consignas; las manifestaciones masivas que se están llevando a cabo particularmente en las ciudades de El Alto y de La Paz, y en otras regiones del país; los pronunciamientos que atisban toda clase de enfrentamientos internos; los silencios o ausencias de quienes tienen mayores responsabilidades; son síntomas de una honda crisis estructural cuyo origen remonta lejos en nuestra historia.
Nuestro Estado no ha saldado cuentas con su pasado colonial ni republicano. No reconoce a sus hijas e hijos originarios una ciudadanía y una participación completa y efectiva. Las élites económicas, políticas, intelectuales siguen privilegiando las alianzas con los poderes foráneos en vez de apostar a las fuerzas internas.
Creemos que el autoritarismo, la resignación, la falta de verdaderos canales de expresión y de participación, la corrupción que campea en las más diversas organizaciones políticas y sociales constituyen factores agravantes que nos impiden, como sociedad diversa en etnias, clases sociales y regiones, reconocer y asumir con madurez los conflictos productos de nuestra herencia y de nuestro presente.
Ir más allá de las consignas
Al mismo tiempo creemos que estamos viviendo una coyuntura decisiva para nuestro país y queremos manifestar nuestra fe en nuestro futuro. Las grandes esperanzas experimentadas por ejemplo en las jornadas de octubre del 2003 y en enero del 2005 corren el riesgo de verse frustradas por la irresponsabilidad combinada de diferentes actores:
– poderes del Estado en competencia egoísta,
– algunos dirigentes sociales sindicales y políticos irresponsables,
– falsos antagonismos regionales,
– falta de información veraz,
Entendemos que las personas organizaciones sociales y cívicas que se manifiestan en las calles, más allá de consignas a veces manipuladas por minorías, apuntan a la resolución de sus necesidades básicas y de sus deseos de vivir dignamente:
– quieren asegurarse que las extraordinarias riquezas de nuestro subsuelo boliviano les asegure, por primera vez en la historia, una vida digna para sus familias,
– quieren que se visibilice el apenas iniciado paso de una democracia representativa a otra democracia realmente participativa,
– quieren que la política y el poder estén al alcance de la ciudadana y del ciudadano mediante mecanismos participativos,
– quieren que la descentralización real que necesita Bolivia le permita desarrollar las potencialidades locales y regionales, en el marco de una solidaridad nacional, rechazan con ello los intereses egoístas y elitistas de algunos sectores privilegiados.
Estamos convencidos de que las condiciones para una transformación radical de nuestra sociedad no están dadas y quienes pretenden lo contrario, y están dispuestos a llevar a la gente más desprotegida a sacrificios inútiles, son irresponsables con la vida de las personas. Les pedimos aprender de la historia para evitar cometer los mismos errores del pasado.
Defiendan la vida por sobre todo
Al momento de reafirmar nuestra vocación de servicio a nuestro pueblo exhortamos a todas y todos los actores sociales y quienes gobiernan a:
– mantener con absoluta firmeza el proceso democrático: a pesar de sus enormes limitaciones actuales es preferible en relación con cualquier salida autoritaria,
– apoyar con ímpetu la realización de la Asamblea Constituyente que, en este momento, puede ser el mejor espacio para construir un nuevo contrato social y nuestra convivencia entre diversos/as,
– trabajar por una descentralización y una autonomía efectiva y solidaria que permita establecer mecanismos de fraternidad y de construcción de una identidad boliviana.
– Asumir valores éticos, transparencia y fidelidad con la palabra empeñada para así reconstituir la confianza en las instituciones construidas para regir la convivencia entre las y los bolivianos.
– Dejar de lado consignas partidarias e intereses particulares para velar por el bien común y por el sueño colectivo de una sociedad justa, participativa y diversa culturalmente.
Las iglesias cristianas, diversas pero unidas en la afirmación de la vida y en el seguimiento de Jesús, el Cristo, estamos llamadas a asumir un rol profético en esta difícil situación, ello implica un compromiso con la defensa de la vida y una mayor participación en los acontecimientos sociales. Por otro lado en estos momentos se hace también urgente la oración comunitaria y ecuménica que testimonie la posibilidad de la unidad en la diversidad.
Nuestro mensaje está fundamentado en el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y en la lectura de la carta de Pablo a los Corintios quien exhorta a dirimir las diferencias, a ‘soldar’ lo fracturado en función de un sueño, de un sentimiento y ante todo de un proyecto colectivo. Por ello y en el espíritu del Dios uno y trino convocamos a los sectores sociales, a las instituciones, a los gobernantes a ponerse de acuerdo para el bien de las y los bolivianos.
La Paz, junio de 2005
Pastor Juan Parapo
Presidente de la Iglesia evangélica Luterana Boliviana
Pastor Carlos Poma
Obispo de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia
Pastor Rolando Villena
Obispo emérito de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia
Pastor Heinz Martín Krauss
Iglesia Luterana de habla Alemana
Pastor Carlos Clavijo
Igesia Evangélica Presbiteriana en Bolivia
Pastor Ismael León
Presidente del Concilio Latinoamericano de la Iglesia de Dios Pentecostal
Mons. Edmundo Abastoflor
Arzobispo de La Paz
Mons. Oscar Aparicio
Obispo auxiliar de La Paz
Mons. Jesús Juárez
Obispo de El Alto
Pastor Néstor Vargas
Obispo de la Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia
Pastor Mario Chavez
Presidente de la Iglesia Nacional Evangélica “Los Amigos”
Pastor Luís Pérez
Iglesia Presbiteriana independiente de Bolivia
Lic. Abraham Colque
Director del ISEAT