La ética no son normas, sino atención a lo humano: el mensaje de Levinas

Entrevista a la especialista Julia Urabayen

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PAMPLONA, jueves, 9 junio 2005 (ZENIT.org).- Julia Urabayen, doctora en filosofía por la Universidad de Navarra ha estudiado las raíces del humanismo de Emmanuel Levitas (1906-1995), uno de los filósofos más grandes del siglo XX, judío lituano que vivió en Francia y Alemania y que padeció el Holocausto (Shoá).

En «Las raíces del humanismo de Levinas: el judaísmo y la fenomenología», de Ediciones Eunsa expone la ética según Levinas y en esta entrevista concedida a Zenit recuerda que «el mensaje de su ética se resumiría en el reconocimiento de la dignidad humana que se hace patente en el rostro vulnerable del ser humano, especialmente el indefenso (la viuda, el huérfano y el extranjero)».

Urabayen relata que Levinas llegó a definirse «un judío católico» y habla de la huella de este filósofo en el pensamiento cristiano, en particular en el de Karol Wojtyla.

–¿Dónde radica la originalidad de Levinas?

–Urabayen: La filosofía de Levinas es un pensamiento muy personal en el que confluyen diversas tradiciones y culturas –el judaísmo lituano, intelectualista y no místico; la literatura rusa; la filosofía francesa, especialmente Bergson, y la fenomenología de Husserl y Heidegger– que se integran en una unidad que se elabora gracias a su reflexión y su vivencia personal, muy marcada por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentración.

–¿Qué es el «humanismo del otro»?

–Urabayen: En un momento de grandes crisis que afectan a la persona y a su concepción filosófica, surge el llamado debate sobre el humanismo, encabezado por las figuras de Sartre y Heidegger, y la respuesta estructuralista que proclama la muerte del hombre y el antihumanismo.

Levinas, por su parte, realiza una profunda crítica a los humanismos anteriores, por su insuficiencia para definir y proteger al ser humano, tal y como ha quedado patente en la barbarie nazi; y propone descentrar al sujeto para que se entienda como acogida y heteronomía.

Al primar el aspecto ético del ser humano, el otro pasa siempre antes que el yo y en su rostro está inscrito el mandato «no matarás». Ahí se asientan los elementos claves del humanismo del otro: acogida, responsabilidad, rehén, culpabilidad…

–¿Levinas es un judío que filosofa, o un filósofo del judaísmo?

–Urabayen: Levinas es un judío que filosofa y también un filósofo del judaísmo. El pensador lituano nunca encontró una ruptura entre su religión y la filosofía. El paso de una a otra lo vivió como algo natural, ambos tratan de comprender e interpretar el sentido de la verdad, y además la filosofía necesita un suelo nutricio, que en el caso de Levinas fue el judaísmo.

Las verdades de esta religión están en la raíz de su filosofía y son la savia de la que se alimenta, pero aceptadas y justificadas racionalmente. Por otra parte, Levinas se dedicó, aunque tardíamente, al estudio del Talmud y hay un amplio grupo de obras que son una reflexión filosófica sobre el judaísmo y su sentido.

Son obras de carácter confesional que él publicó en otra editorial diferente a la que editó sus obras filosóficas para marcar la diferencia de género. No obstante, ambas dimensiones están profundamente unidas en su persona y su pensamiento. –¿Cuál sería su propuesta ética, y en qué sentido sería universal?

–Urabayen: Para Levinas, como para casi todos los filósofos contemporáneos, la ética no significa un conjunto de normas o directrices, sino una atención a lo humano, especialmente a su acción y a la responsabilidad de todo ser libre.

El mensaje de su ética se resumiría en el reconocimiento de la dignidad humana que se hace patente en el rostro vulnerable del ser humano, especialmente el indefenso (la viuda, el huérfano y el extranjero), ante el cual el yo no puede ejercer poder ni violencia. Es una ética universal ya que el estar cara a cara ante el otro es una experiencia humana que no depende de ninguna cultura ni vestimenta social; simplemente es propia del ser humano.

–Juan Pablo II había hablado en más de una ocasión de Levinas: ¿en qué sentido su pensamiento impregna el catolicismo?

–Urabayen: Juan Pablo II citó a Levinas en varios lugares y conocía bien su pensamiento, como el de otros filósofos que podrían ser considerados personalistas, ya que sus reflexiones filosóficas muestran una gran preocupación por el ser personal y su dignidad.

El pensamiento de Levinas, como el de todos los filósofos, ha de ser leído atendiendo a su universalidad y a la verdad que trata de hacer patente y en este sentido puede ser acogido por personas de diversas culturas y religiones, diferentes a las del propio autor.

La presencia de la filosofía de Levinas en los filósofos cristianos es cada vez más amplia, ya que su pensamiento es progresivamente más conocido. En las obras de Levinas, aparecen algunas reflexiones respecto a la relación entre el judaísmo y el cristianismo. Entre los diversos elementos, Levinas destacó la necesidad de entendimiento, pero manteniendo la diferencia esencial entre ambas religiones. Pero su proximidad con el catolicismo era tal que llegó decir de sí mismo que era «un judío católico».

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ZENIT Staff

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