La diócesis de Roma pide testimonios sobre la santidad del cardenal argentino Eduardo Pironio

Fue con Juan Pablo II el creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 28 junio 2005 (ZENIT.org).- La diócesis de Roma ha pedido testimonios sobre la santidad del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio, quien siendo presidente del Consejo Pontificio para los Laicos fue con Juan Pablo II el ideador de las primeras Jornadas de la Juventud.

Un edicto, publicado en la edición de este martes en italiano de «L’Osservatore Romano», con la firma del cardenal Camillo Ruini, obispo vicario para la diócesis de Roma, constata que «con el pasar de los años», ha ido aumentando «su fama de santidad», por lo que se «ha pedido formalmente dar inicio a la causa de beatificación y canonización del siervo de Dios».

El cardenal falleció en Roma el 5 de febrero de 1998.

El edicto pide que se envíe al Tribunal Diocesano del Vicariato de Roma «cualquier escrito que tenga como autor al siervo de Dios, si no ha sido entregado ya a la postulación de la causa». Las obras impresas ya han sido recogidas, advierte.

Quienes quieran conservar los originales, pueden presentar copia después haber sido autentificada.

La diócesis invita también a los fieles a comunicar al Tribunal «todas aquellas noticas de las que se puedan colegir elementos favorables o contrarios a la fama de santidad del siervo de Dios».

Se establece, asimismo, que el edicto se publique en la Curia de La Plata (Argentina) y en la revista de esa diócesis.

El cardenal Pironio, nacido el 3 de diciembre de 1920, tuvo un destacado papel en la historia de la Iglesia del último cuarto del siglo XX.

A él se debe, en buena parte, el éxito que han tenido las Jornadas Mundiales de la Juventud, pues él fue su organizador desde que el Papa le nombrara presidente del Consejo Pontificio para los Laicos el 8 de abril de 1984.

Anteriormente, había sido prefecto para la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada, dicasterio vaticano que se encuentra al frente de los más de un millón de religiosos y consagrados que se encuentran esparcidos en todo el mundo.

En el cónclave de 1978 en el que fue elegido Papa Karol Wojtyla, el cardenal Pironio fue uno de los llamados «papables».

Pablo VI lo creó cardenal el 24 de mayo de 1976, después de haber trabajado durante muchos años en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) primero como secretario y después como presidente. En Argentina, fue obispo de Mar de Plata.

Meses antes de fallecer, el cardenal Pironio, explicaba a Zenit; «Si tuviera que hablar de mi vida, comenzaría con mi familia y, en particular, con mi madre, que fue una mujer sencilla pero de fe profunda –reveló–. Yo soy el vigésimo segundo hijo, el último nacido, y tengo que reconocer que en esta historia hay algo de milagroso. Mis padres eran italianos. Llegaron a Argentina nada más casarse. Cuando nació el primer hijo, mi madre tan sólo tenía 18 años y se enfermó gravemente. Durante seis meses estuvo en cama, sin poder moverse. Cuando se recuperó los médicos le dijeron que no podría tener más hijos, pues, de lo contrario, su vida correría un grave riesgo».

Al no saber qué hacer, la mamá fue a consultar al obispo auxiliar de La Plata, quien la tranquilizó y celebró una misa pidiendo protección.

«Más tarde dio a luz a 21 hijos, yo soy el último, y vivió hasta los 82 años», recordaba con emoción.

«Pero lo mejor no acaba aquí –añadía–, pues, después fui nombrado obispo auxiliar de La Plata, precisamente en el cargo de aquel que había bendecido a mi madre. El día de mi ordenación episcopal el arzobispo me regaló la cruz pectoral de aquel obispo, sin saber la historia que había detrás. Cuando le revelé al arzobispo que debía la vida al propietario de aquella cruz, lloró».

El cardenal Pironio tenía una profunda amistad con sor Lucía, una de los tres videntes de Fátima.

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ZENIT Staff

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