CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 12 junio 2005 (ZENIT.org).- La misa dominical no es una imposición sino una alegría y una necesidad para el cristiano, subrayó Benedicto XVI este domingo al dirigir la oración mariana del Ángelus desde la venta de su estudio.
Más de cuarenta mil personas se reunieron en la plaza de San Pedro para rezar con el pontífice y escuchar sus breves palabras, que se centraron en el Año de la Eucaristía, convocado por Juan Pablo II de octubre de 2004 a octubre de 2005, cuando tendrá en lugar en Roma el sínodo de obispos del mundo.
El Papa Karol Wojtyla, aseguró el Santo Padre suscitando en varias ocasiones el entusiasmo y aplausos de los peregrinos, tomó esta iniciativa «para reavivar cada vez más en las conciencias de los creyentes la maravilla ante este gran sacramento».
«En este tiempo eucarístico particular, uno de los temas más recurrentes es el del domingo, el Día del Señor, tema central del reciente Congreso Eucarístico italiano que se celebró en Bari», clausurado por el mismo obispo de Roma el 29 de mayo.
«Durante la celebración conclusiva, también yo subrayé que la participación en la misa dominical no tiene que ser experimentada por el cristiano como una imposición o un peso, sino como una necesidad y una alegría», recordó.
Según el sucesor de Pedro, «reunirse con los hermanos, escuchar la Palabra de Dios, alimentarse de Cristo, inmolado por nosotros, es una experiencia que da sentido a la vida, que infunde paz en el corazón. Sin el domingo, nosotros, los cristianos, no podemos vivir».
Las citas dominicales del Papa se están caracterizando desde el inicio de su pontificado por la sorprendente afluencia de gente, que en muchas ocasiones prácticamente el enorme espacio abrazado por la Columnata de Bernini.
«Los peregrinos italianos son muy numerosos, como siempre. Gracias por vuestro entusiasmo», reconoció con emoción el Santo Padre.
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Jun 12, 2005 00:00