CASTEL GANDOLFO, martes, 16 agosto 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI quiere mostrar a los jóvenes congregados en Colonia con motivo de las Jornadas Mundiales de la Juventud que el cristianismo no es un fardo de prohibiciones y mandamientos, sino la experiencia personal del amor de Dios y entre las personas.
Así lo ha revelado el mismo pontífice en la primera entrevista que ha concedido desde el inicio de su pontificado al padre Eberhard v. Gemmingen SJ, director del programa alemán de «Radio Vaticano», en vísperas de su primer viaje internacional en el que se encontrará con centenares de miles de chicos y chicas.
«Quisiera mostrarles lo bonito que es ser cristianos, ya que existe la idea difundida de que los cristianos deben observar un inmenso número de mandamientos, prohibiciones, principios, etc., y que por lo tanto el cristianismo es, según esta idea, algo que cansa y oprime la vida y que se es más libre sin todos estos lastres», confiesa el Santo Padre.
En la entrevista, emitida por la emisora pontificia el 15 de agosto, el obispo de Roma sigue revelando: «quisiera en cambio resaltar que ser sostenidos por un gran Amor y por una revelación no es una carga, sino que son alas, y que es hermoso ser cristianos».
«Esta experiencia nos da amplitud, pero sobre todo nos da comunidad, el saber que, como cristianos, no estamos jamás solos –añade–: en primer lugar encontramos a Dios, que está siempre con nosotros; y después nosotros, entre nosotros, formamos siempre una gran comunidad, una comunidad en camino, que tiene un proyecto de futuro».
El sueño del Papa es que al anunciar el Evangelio los jóvenes «comprendan y digan: “Este es el mensaje que esperábamos”».
«En nuestra moderna sociedad occidental existen muchas falsas situaciones que nos alejan del cristianismo; la fe aparece como algo muy lejano, por lo que también Dios aparece muy lejano», reconoce el Santo Padre.
Considera al mismo tiempo que «entre los jóvenes se está difundiendo la sensación de que todas las diversiones que se les ofrecen, todo el mercado construido sobre el tiempo libre, todo aquello que se hace, que se puede hacer, que se puede comprar y vender, al final no puede ser el todo…».
Por este motivo, aclara, los jóvenes plantean una pregunta: «¿Qué es por lo tanto lo esencial?».
«No puede ser todo aquello que tenemos y que podemos comprar –responde el Santo Padre–. He aquí el llamado mercado de las religiones que de alguna manera ofrece la religión como una mercancía y por lo tanto la degrada».
Insiste, por tanto, en que es necesario «no considerar el cristianismo como algo concluido y experimentado suficientemente, sino contribuir para que pueda ser reconocido como esa posibilidad siempre fresca, justamente porque se origina en Dios, que guarda y revela en sí dimensiones siempre nuevas…».
«Éste debería ser el acontecimiento en el encuentro entre el anuncio del Evangelio y el ser jóvenes», concluye.
En la entrevista, el pontífice afronta también cuestiones como el ecumenismo y el secularismo creciente en Europa. Puede leerse íntegramente la entrevista en la sección «Documentos» de la página web de Zenit.