COLONIA, domingo, 21 agosto 2005 (ZENIT.org).- Al despedirse de Alemania, Benedicto XVI aseguró que los centenares de miles de chicos y chicas que han participado en las Jornadas Mundiales de la Juventud han mostrado una Iglesia «joven» y «con imaginación».

El Santo Padre se despidió de su tierra natal en el aeropuerto de Colonia-Bonn y dirigió su último saludo de su primer viaje apostólico internacional como obispo de Roma tras haber recibido el afectuoso saludo del presidente de la República Federal Alemana, Horst Köhler.

«Los jóvenes de todos los continentes y culturas, estrechamente unidos con fe en torno a sus Pastores y al Sucesor de Pedro, han hecho visible una Iglesia joven, que con imaginación y valentía quiere esculpir el rostro de una humanidad más justa y solidaria», afirmó el Papa.

«Ahora regresan a sus pueblos y ciudades para testimoniar la luz, la belleza y el vigor del Evangelio, del que han hecho una renovada experiencia», añadió.

El Papa dio las gracias a todos los que han hecho posible esos días y deseó «que este acontecimiento eclesial quede grabado en la vida de los católicos de Alemania y sea incentivo para un renovado impulso espiritual y apostólico en su seno».

El discurso del pontífice fue muy sincero. «Todos somos conscientes del mal producido por nuestra patria en el siglo XX, y lo reconocemos con vergüenza y dolor», dijo.

«Pero en estos días, gracias a Dios, se ha puesto de manifiesto abundantemente que existía y existe también otra Alemania, un país de particulares recursos humanos, culturales y espirituales».

El pontífice regresó a Roma en un avión A321 de la compañía de bandera alemana Lufthansa. En torno a las 21.15 de la noche debía aterrizar en el aeropuerto de Ciampino (Roma). De allí se dirigió directamente a la residencia pontificia de Castel Gandolfo, donde continuará los próximos días de verano.