BOGOTÁ, lunes, 22 agosto 2005 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia aseguró este sábado que continuará sus contactos con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), a pesar de que el grupo guerrillero admitió haber asesinado, por error, a dos sacerdotes y dos civiles en el municipio de Teorama, Norte de Santander.

«En lo que a la Iglesia se refiere, nosotros perdonamos al ELN por lo que ha pasado. Evidentemente seguiremos dialogando con ellos y con todos los grupos armados ilegales para buscar la paz», afirmó monseñor Luis Augusto Castro, en declaraciones publicadas en el país por las agencias de noticias.

«Las relaciones con el ELN han estado encaminadas a facilitar el paso a la solución negociada y vamos a seguir manteniendo esos canales, porque la organización guerrillera dijo que fue un error el crimen», puntualizó monseñor Castro.

El viernes en la noche, el ELN emitió un comunicado en el que aceptó que había dado muerte «en forma accidental» a los dos sacerdotes. Al día siguiente, en un nuevo documento, el grupo insurgente reiteró sus disculpas a la Iglesia católica y expresó el interés de mantener contactos con representantes de la Iglesia.

«El ELN informa a la opinión pública nacional e internacional, con profundo dolor, la muerte accidental de los sacerdotes Ramón Mora y Vicente Rozo, y de los albañiles José Carrascal y Édgar Vergel», señala el primer comunicado emitido.

«Estas muertes fueron producidas por unidades guerrilleras nuestras por un error de inteligencia y cálculo, facilitados por las características propias del conflicto en la zona», agrega el documento.

Según el comunicado, «el hecho no quedará impune y se tomarán las medidas disciplinarias en el marco de nuestro código de guerra y ética humanística».

El 18 de agosto, en un comunicado, monseñor Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, informaba del asesinato de otro sacerdote, el padre Jesús Adrián Sánchez, de la Diócesis de El Espinal-Tolima.

El Padre Jesús Adrián era párroco de El Limón (Municipio de Chaparral–Tolima); allí se encontraba dictando una clase en la concentración escolar cuando fue interceptado por los asesinos «que le dieron muerte en forma vil y despiadada», informó el prelado.

Miembros de la comunidad local señalaron que el sacerdote realizaba una campaña personal para persuadir a los jóvenes de El Limón del error que cometerían si aceptaban las invitaciones de los guerrilleros a dejar sus estudios y unirse a las filas de los violentos.

«Al registrar este hecho criminal y sacrílego imploramos el perdón y la conversión para los autores materiales e intelectuales de tan horrendo asesinato, quienes quiera que ellos sean», afirmaba el presidente del episcopado.

«Exhortamos al pueblo colombiano a repudiar esta clase de hechos violentos y a pedirle al Señor, Príncipe de la Paz, que nos ayude a superar la cultura de violencia y de muerte que no respeta la vida de quienes son constructores de Paz y testigos de la verdad y de la vida en medio de un pueblo que no resiste más hechos de sangre».