La libertad según el sucesor de monseñor Giussani al frente de Comunión y Liberación

Intervención en el «Meeting» de Rímini

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RÍMINI, miércoles, 24 agosto 2005 (ZENIT.org).- La libertad «no es hacer lo que a uno le da la gana», sino una relación con el infinito trascendente, afirma el padre Julián Carrón, sucesor de monseñor Luigi Giussani en la guía del movimiento eclesial Comunión y Liberación.

El sacerdote afrontó el tema «La libertad es el don más precioso que a los hombres dieron los cielos» –frase tomada de «Don Quijote»– el 22 de agosto ante unas diez mil personas participantes en el «Meeting por la amistad entre los pueblos» que esta semana se celebra en la localidad costera italiana de Rímini.

El padre Carrón constató que «nos encontramos ante un deseo enorme de libertad, pero al mismo tiempo ante la incapacidad de ser verdaderamente libres. Podemos decir que la libertad hoy es un bien tan precioso cuando escaso».

En su intervención, que provocó aplausos entusiasmados, el sacerdote precisó que «ser libres no es hacer lo que a uno le da la gana, no es la simple satisfacción de un deseo inmediato y parcial»; en realidad, «la libertad es un deseo de totalidad e infinidad, pues los hombres son atraídos por la belleza, por el bien, por lo real».

«El hombre tiende hacia algo que está más allá, siempre más allá. Algo trascendente. De este modo, la conciencia percibe la existencia de Dios desde el Misterio. Dios es el máximo límite al que tiende el deseo del hombre», sugirió.

Según Carrón, «el hecho de que hayamos sido creados a imagen y semejanza de Dios, quiere decir que estamos llamados a una relación única con Él. La vocación de la vida es esta relación».

«Y esto impide que el hombre sea reducido a sus antecedentes biológicos, psicológicos, sociológicos», indicó. «El hombre no puede ser reducido a un engranaje de las circunstancias internas y externas».

La razón última de la grandeza del hombre es su relación directa, irreducible, con el infinito. Por ello, según el presidente de «Comunión y Liberación», «la libertad es la adhesión al Ser, al Misterio que nos constituye».

Para Carrón, «al adherir a este Misterio en cada cosa, el hombre se convierte en libre. Allí puede encontrar la satisfacción a su deseo de totalidad».

En su conclusión, el sacerdote recordó a monseñor Giussani, fallecido el 22 de febrero a los 82 años, y afirmó que el homenaje más bello a su memoria es el de «ser testigos para todos los que encontramos de que la única posibilidad de libertad real es el reconocimiento del Misterio presente».

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ZENIT Staff

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