MADRID, lunes, 19 septiembre 2005 (ZENIT.org–Veritas).- «Nos sentimos convocados para ser en nuestra sociedad un instrumento eficaz de reconciliación y auténtica mediación de paz social y de convivencia segura en libertad», así recogían este fin de semana las conclusiones del VII Congreso de Pastoral Penitenciaria la propuesta de una mayor implicación de las diócesis españolas en la humanización del mundo de las prisiones, a través de la mediación penal.
Más de 500 agentes pastorales de toda España se reunían el pasado fin de semana en Madrid para debatir en torno a la mediación penal y la justicia restaurativa, como una vía para mejorar la situación de las prisiones españolas.
Según declararon en las conclusiones, publicadas por la oficina de prensa de la CEE, se trata de buscar «una justicia que no desoiga el clamor de las víctimas, pero que no lo convierta en mera retorsión contra el agresor. Que acoja las necesidades de quienes han soportado los delitos y, al mismo tiempo, tienda la mano a los infractores para que no reincidan».
Tras analizar en diversas conferencias y talleres de trabajo los resultados de iniciativas de mediación penal llevadas a cabo en algunas diócesis españolas (como el grupo «Apoyo» en Madrid), los congresistas apuestan por la mediación penal «como la vía más adecuada para romper la espiral de violencia y lograr al propio tiempo la responsabilización del infractor respecto al delito cometido y la reparación del daño causado injustamente a la víctima».
Por otro lado, según las conclusiones, es necesario «prevenir las causas económicas, sociales, educativas, familiares y laborales del delito, que se implique en la defensa de los derechos fundamentales de quienes padecen la exclusión social» y por ello piden a las autoridades medidas sociales «que contribuyan a dignificar la situación de colectivos especialmente vulnerables».
«Invitamos a las instituciones del Estado, al tejido asociativo y a toda la sociedad civil a intentar nuevos caminos que sean menos dolorosos, más eficaces, incluso económicamente menos gravosos, que aquellos transitados en exclusiva de la mano del resentimiento o de la venganza», concluyen.