Tras el asesinato de un sacerdote en Burundi, el Papa exige el final de la violencia

El fallecido es el jesuita Elie Koma, de 59 años

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 7 febrero, 2006 (ZENIT.org).- Al manifestar su dolor por el asesinato de un sacerdote en Burundi, Benedicto XVI ha lanzado un llamamiento al cese de la violencia para que los habitantes de ese país africano puedan vivir en paz y seguridad.

La Santa Sede ha publicado este martes el telegrama con el que el pontífice recuerda la trágica muerte del padre Elie Koma, de 59 años, sacerdote jesuita que falleció, el sábado pasado, 4 de febrero, en un tiroteo entre rebeldes y el ejército en las afueras de la capital burundesa.

El Santo Padre transmite su profundo pesar y «exhorta a todos aquellos que todavía cometen semejantes actos de violencia a que renuncien definitivamente a estas acciones de muerte, permitiendo así que todos los habitantes de este país africano puedan vivir en la paz y seguridad».

En un telegrama, enviado en su nombre por el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al nuncio apostólico en Bujumbura, el arzobispo Paul Gallagher, el Papa expresa su pésame a los familiares del padre Koma y a sus hermanos jesuitas, elevando con fervor sus oraciones al Señor de la Vida por el sacerdote fallecido y por cuantos sufren en esta hora de dolor.

El Papa «rinde gracias a Dios por la obra cumplida por el padre Koma al servicio del crecimiento espiritual de todas aquellas personas que se han beneficiado con su apostolado». Confiando al amparo maternal de María a todos aquellos que, unidos en la fe participan, en las exequias, el Santo Padre «envía una particular Bendición Apostólica, para que Dios los guarde en la paz y en la esperanza».

El padre Elie Koma era responsable de la nueva iglesia de los jesuitas construida en Kamenge, uno de los barrios más pobres de Bujumbura.

El religioso burundés, muy apreciado por su apostolado como director de ejercicios espirituales, había ingresado en la Compañía de Jesús en 1967 y había recibido la ordenación sacerdotal en 1980.

Según las primeras reconstrucciones del suceso, el padre Koma no fue víctima de una emboscada premeditada, sino que murió por encontrarse casualmente en el lugar donde había sido asesinado un mayor de las Fuerzas de la Defensa Nacional de Burundi, junto con su esposa.

Estas circunstancias permiten pensar que el sacerdote fue víctima casual de un fuego cruzado o que sus asesinos le mataron para eliminar a un testigo.

El 29 de diciembre de 2004 fue asesinado en circunstancias aún pendientes de aclarar el nuncio apostólico en Burundi, arzobispo irlandés, Michael Aidan Courtney, gran promotor de la paz en medio de la guerra civil que azota Burundi.

El primer presidente elegido democráticamente en Burundi fue asesinado en octubre de 1993, cien días después de llegar al poder, dejando a su país sumido en la violencia entre las facciones hutus y tutsis.

Más de doscientos mil burundeses fallecieron en el conflicto que se extendió por casi una década.

El actual gobierno democrático del presidente Pierre Nkurunziza afronta el desafío del último grupo rebelde que no se ha sumado al proceso de paz y sigue lanzando ataques en las provincias occidentales del país.

De los más de seis millones de habitantes de Burundi, el 65% son católicos. El resto de la población se identifica con las creencias tradicionales (23%) y con el Islam 10%. También forma parte de la vida del país un pequeño porcentaje de protestantes.

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ZENIT Staff

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