MADRID, jueves, 16 febrero 2006 (ZENIT.org).- Armando Pego Puigbó, sacerdote y escritor, profesor de la Universidad Ramon Llull de Barcelona, España, prepara su segunda obra sobre san Pedro Poveda. El libro «Modernidad y pedagogía en Pedro Poveda (la experiencia de Covadonga)» será publicado en breve por la Cátedra Pedro Poveda, de la Institución Teresiana.
El joven profesor Pego Puigbó tiene ya en su haber, desde 2000, varios libros publicados de análisis literario y de estudio de literatura espiritual. En la primera obra en que estudió a Poveda, junto a otras tres figuras sacerdotales sobresalientes del siglo XX en España, Armando Pego Puigbó descubría en 2005, como él mismo confiesa, a una personalidad que, por diversos motivos, ha permanecido en un discreto segundo plano.
El libro «La escritura encendida: cuatro españoles en la Iglesia del siglo XX», (Edimurtra, Barcelona, 2005), examina los escritos espirituales de Poveda, canonizado por Juan Pablo II en Madrid, en 2003, en el contexto de la literatura espiritual española del primer tercio del siglo XX.
Poveda es estudiado junto a figuras sacerdotales paradigmáticas del siglo pasado: el santo Padre Rubio, conocido como el apóstol de Madrid; san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei; y el padre Pedro Arrupe, prepósito general de la Compañía de Jesús.
«Pese a la importancia que es obligado conceder a su trayectoria, Poveda continúa siendo, si no un
desconocido, un gran ausente», afirma el estudioso de Poveda. Fue de «los primeros que, desde diversos ámbitos eclesiásticos, se dieron cuenta de que en la nueva evangelización, los laicos habían de ocupar un puesto fundamental», indica Armando Pego, y añade que «tuvo conciencia de la necesidad de que los cristianos estuviesen presentes en el campo de la enseñanza pública».
En su libro, el profesor de la Universidad Ramon Llull se interroga por la relativa discreción en que se ha mantenido a este sacerdote, muy conocido en la primera mitad del siglo XX, en los ámbitos intelectuales de Oviedo, Jaén y Madrid, por su obra regeneradora en el ámbito cultural, y por sus fundaciones de carácter espiritual y pedagógico. A su iniciativa se debe la fundación de la primera residencia universitaria femenina de Madrid, en 1914, un año antes de que abriera sus puertas otra, inspirada por la Institución Libre de Enseñanza.
Pego Puigbó atribuye este olvido a varias causas. La primera, su condición de mártir «no ayuda a una despasionada recepción de su figura. Su capacidad para promover un fecundo diálogo entre fe y cultura, en un mundo laicista, ha visto mermada su influencia por el modo en que tuvo lugar su injusta muerte», en 1936.
«Su decidida apuesta por promover la misión de los laicos se adelantó en 50 años a las enseñanzas del Concilio Vaticano II –afirma el estudioso--, chocando así, en su época con incomprensiones y rechazos no sólo del laicismo, que podía considerarle un competidor, sino de la misma Iglesia, como lo prueba su dolorosa experiencia en Guadix (1904-1905) y las contradicciones que soportó a causa del enfrentamiento que suscitaron sus Academias de Linares y Jaén con algunos representantes de la Institución Libre de Enseñanza (1914)».
Por si fuera poco, según el profesor Pego Puigbó, su apuesta por el papel que debería desempeñar la mujer, en una nueva fase de la historia del cristianismo, resultaba sorprendentemente moderna. Su sólida formación cristiana, indica el autor, se unía, por inclinación intelectual, a una apertura de pensamiento infrecuente en el catolicismo de la época, lo que puede explicar también el retraso en el reconocimiento de su prestigio intelectual y espiritual.
Para el autor, Poveda fue «un hombre de encrucijada. Me atrevería a decir que incluso profético», que no puede ser visto como una figura en los márgenes de la cultura española, perteneciente tan sólo a la historia eclesiástica.
Pero, el profesor alude a otra razón que justifica su desconocimiento: la separación entre sus obras de tipo espiritual y las pedagógicas: «En la medida en que se amputen de la obra de Poveda sus escritos espirituales, o se les reduzca a la condición de escritos piadosos que ayudan a cultivar una fisonomía organizada definida, no sólo no es posible alcanzar una amplia comprensión de la talla intelectual de las ideas pedagógicas de Poveda sino que, objetivamente, se oscurece la originalidad de su pensamiento».
A principios del siglo XX, afirma el autor, «catolicidad y pedagogía se imbrican la una a la otra mutuamente». «Poveda logró sintetizar una tradición, sabiéndola ‘leer’, metabolizar y transmitir en los términos adecuados a la nueva mentalidad religiosa del siglo XX».
Para avalar este equilibro povedano entre tradición y modernidad, entre fe y ciencia, Pego Puigbó afirma que Poveda realizó una lectura ‘transitiva’, «una lectura que quiere servir de puente entre la literatura del periodo áureo (san Juan de Avila, fray Luis de Granada, santa Teresa de Jesús) y las nuevas formas de expresión que caracterizan la incipiente modernidad intelectual española».
Y concluye que la originalidad povedana «se sitúa en un largo recorrido que, procediendo de la literatura espiritual de los Siglos de Oro, encuentra en el primer tercio del siglo XX un eco intenso que permite integrarla y asumirla en un conjunto de obras que adaptan, como lo hizo también aquella, en su momento histórico, unos contenidos y unas formas a unas exigencias comunicativas e ideológicas nuevas».
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Feb 16, 2006 00:00