CIUDAD DEL VATICANO/LA PAZ, viernes, 17 febrero 2006 (ZENIT.org).- «Caritas Internationalis» (CI) ha lanzado un llamamiento solicitando 200 mil dólares estadounidenses para llevar ayuda de emergencia a las comunidades rurales de Bolivia, donde las fuertes inundaciones y los deslizamientos de tierras han acabado con numerosas vidas y han destrozado hogares, zonas de cultivo y carreteras.
El organismo católico recuerda en un comunicado difundido el miércoles desde Ciudad del Vaticano que el gobierno boliviano declaró a finales de enero el estado de emergencia nacional, dada la situación meteorológica que semanas antes empezó a azotar el país.
Se espera que continúen los aguaceros durante este mes de febrero, temporada habitual de lluvias, y se pronostican fuertes tormentas eléctricas y granizo.
Los niveles de precipitaciones ya son un 40% más elevados que la media anual en esta época.
Las zonas más afectadas por el fenómeno son La Paz, Santa Cruz, Beni y Potosí, enumera CI –(www.caritas.org) una confederación católica de 162 organizaciones de ayuda, desarrollo y servicios sociales presente en 200 países y territorios–.
Las organizaciones locales de «Caritas» han estado prestando asistencia a la población lo mejor que han podido, pero se ven también imposibilitadas de abordar ya la emergencia, dada su magnitud.
Alertan de la importancia de llevar ayuda a las zonas citadas, dado su aislamiento, lo que dificulta a estas poblaciones el acceso a los canales de ayuda estatal e internacional.
«Caritas Bolivia» supervisará la operación de emergencia por la que se pide ayuda, que beneficiará a unas 1.500 familias –9.000 personas— en esas zonas más golpeadas.
Los fondos requeridos se destinarán a la distribución de raciones de alimento y mantas para las víctimas, algunas de las cuales han estado durmiendo en las calles, pues todo refugio, incluyendo el espacio hotelero, está ocupado.
«Caritas» asegurará igualmente que la población local, mucha de ella indígena, tenga acceso a atención sanitaria primaria y a medicinas.
Además los fondos se destinarán a proporcionar equipamiento agrícola y semillas para que las poblaciones puedan a empezar a valerse por sí mismas de nuevo cuando cesen las lluvias.
La situación es tal que el lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, situado a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar en la frontera entre Bolivia y Perú, amenaza con desbordarse por las fuertes lluvias.
Alarmada, la agencia misionera «Misna» apuntó también el miércoles este nuevo riesgo. Y es que las precipitaciones han elevado el nivel de las aguas más de un metro, aislando a decenas de comunidades indígenas en el distrito de La Paz.
Las inundaciones han devastado gran parte de los cultivos, y el aislamiento de algunas zonas hace también imposible aún calcular los daños.
Los aluviones han alcanzado también a La Paz por la crecida del río Choqueyapu, uno de los numerosos cauces de agua que atraviesan por varios lugares la capital, y se han registrado accidentes en el barrio de Irpavi, donde el alcalde de la ciudad, Juan del Granado, salió ileso de la caída de una infraestructura que mató a uno de sus funcionarios y elevó a 65 –según «Misna»– el número de víctimas contadas desde el comienzo del año.
No menos de 16 mil son las familias afectadas por las inundaciones en estos momentos.