PORTO ALEGRE, domingo, 19 febrero 2006 (ZENIT.org).- Para el secretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, «crecer en la unidad significa crecer en la gracia de Cristo, que es la difusión del amor de Dios en el corazón de los hombres y de las mujeres de este mundo».
El obispo Brian Farrell, L.C., hizo estas declaraciones en el contexto de la IX Asamblea del Consejo Mundial de las Iglesias, que se celebra en Porto Alegre (Brasil) hasta el próximo 23 de febrero.
El obispo representa al Vaticano, junto al cardenal Walter Kasper –presidente del citado dicasterio–, en este encuentro que se convoca cada siete años y que en esta ocasión tiene por tema «Señor, en tu Gracia, transforma el mundo».
Según monseñor Farrell «la coincidencia fundamental» entre la reunión de Iglesias cristianas y la Encíclica «Dios es amor» de Benedicto XVI «es esencial, pues si nos hemos congregado aquí es porque trabajamos para crecer en la unidad entre todos los cristianos».
«Crecer en la unidad significa crecer en la gracia de Cristo, que es la difusión del amor de Dios en el corazón de los hombres y de las mujeres de este mundo», afirmó.
«La encíclica habla de esto, Dios es amor, y Él comunica esta caridad, este amor a todos. Es lo mismo. Cuando se habla del Evangelio, cuando se habla de Cristo, se revela siempre este aspecto fundamental, la gracia de Dios, el amor de Dios, que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo», indicó.
Por su parte, el cardenal Kasper recordó la buena relación que se da entre la Iglesia católica y el Consejo Mundial de las Iglesias.
«No somos miembros, pero somos buenos «socios» («partners») del Consejo», explicó.
Según el purpurado, la Iglesia católica tiene «una estructura centralizada y universal, mientras que las Iglesias del Consejo son nacionales o regionales, por lo cual no se compaginan. A pesar de ello, logramos llevar adelante una óptima colaboración».
«La Iglesia católica está comprometida oficialmente en el movimiento ecuménico desde el Concilio Vaticano II y Benedicto XVI afirma que esta decisión es irrevocable», aseguró.
Entre los objetivos para avanzar en el diálogo ecuménico, el cardenal Kasper señaló «el reconocimiento recíproco del bautismo» como algo «fundamental» y el establecimiento de «un día común para Pascua».
«Si lográramos llegar a un acuerdo en estos dos puntos sería un gran paso para el futuro», confesó.