Mientras el Papa Benedicto XVI –a través del secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Angelo Sodano– enviaba un telegrama de solidaridad y solicitud paternal al obispo de Piedras Negras, monseñor Alonso Gerardo Garza Treviño, los familiares de las víctimas de la explosión escuchaban de parte de los directivos de la mina y del secretario federal del Trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz, que los 65 trabajadores eran declarados, oficialmente, muertos.
El anuncio cortó la tensa espera de casi una semana. En él participó el obispo de Piedras Negras, una decena de sacerdotes de la diócesis y agentes de Pastoral Social, quienes atendieron espiritualmente a las familias de los mineros fallecidos.
En su mensaje, el Papa pide al obispo que transmitiera «a los familiares de los afectados su cercanía espiritual en estos momentos en que sufren por la suerte de sus seres queridos, a la vez que les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de su paterna solicitud hacia el querido pueblo de San Juan de Sabinas».
Desde el momento en que se conoció la tragedia, han sido innumerables las misas que se han celebrado por los mineros y las cadenas de oración que ha impulsado tanto la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) como instituciones de comunicación, televisoras, radiodifusoras y periódicos católicos del país.
En un comunicado difundido por la CEM en plena crisis recordó que «el amor cristiano impulsa a la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección social, a una laboriosidad eficaz, que apremia a ofrecer su propia contribución a cuantos sienten en su corazón una sincera preocupación por la suerte del hombre».
«Esta situación –agregaba el comunicado– duele mucho a la sociedad mexicana, por lo que exhortamos a los propietarios de las minas a extremar las medidas de seguridad y a optimizar las condiciones laborales de sus trabajadores, hoy no debe haber lugar a errores donde estén en riesgo vidas humanas, o provocar las situaciones de angustia que se están viviendo».
El accidente de la mina Pasta de Conchos ha servido para que la sociedad mexicana se percate de las condiciones infrahumanas en que trabajan miles de mineros repartidos por el centro y el norte del país. La mayor parte de los mineros mexicanos no ganan más de 50 dólares a la semana (unos 45 euros).