BELÉN, miércoles, 10 mayo 2006 (ZENIT.org).- «No triunfaron las balas, sino el diálogo»: con estas palabras el padre Ibrahim Faltas recuerda el suceso de la ocupación y sucesivo asedio de 39 días de la Basílica de la Natividad de Belén, resuelto hace cuatro años.
El asedio israelí comenzó el 2 de abril de 2002 cuando 240 palestinos, algunos armados, se atrincheraron en la Basílica, un hecho sin precedentes en la centenaria historia de los Santos Lugares cristianos.
En ese tiempo el sacerdote franciscano, que era párroco en Belén, se contó entre cuantos se prodigaron para evitar el derramamiento de sangre, si bien ocho palestinos perdieron la vida en aquellos sucesos. Concluyó el asedio el 10 de mayo.
Recordando esos días, el padre Faltas recalcó: «Fue la victoria del diálogo y no de la violencia».
Actualmente párroco en Jerusalén, el sacerdote comentó tal experiencia ante la Federación Italiana de los Semanarios Católicos (FISC) y el servicio de información religiosa del episcopado italiano (SIR), presentes recientemente en Tierra Santa.
«En aquella ocasión se dio un gran testimonio al mundo: no triunfaron las balas, sino el diálogo», subrayó.
En su opinión, «el momento más difícil fue el 15 de abril», cuando acudió en visita el entonces secretario de Estado americano, Colin Powell», quien en un encuentro con los líderes religiosos «prometió una solución veloz».
«Pero cuando volvió a los Estados Unidos sin ningún resultado concreto las esperanzas se desvanecieron. Palestinos e israelíes se preparaban al choque que ya parecía inevitable», relata el padre Faltas, según recoge «Sir».
«Lo que nos devolvió la esperanza fue la llamada telefónica de Juan Pablo II –admite–. Las primeras palabras que me dijo fueron: No tengáis miedo, estoy con vosotros y oro por Belén».
Junto a los numerosos palestinos atrincherados, se vieron bloqueados también más de treinta religiosos franciscanos de 17 países, junto a armenios, griegos y varias religiosas.
«El diálogo entre las partes llevado a cabo con mediación de los religiosos es todavía hoy la demostración de que es posible hablarse», observa el padre Faltas.
Y afirma: «Israelíes y palestinos quieren la paz. Ésta no será frenada por el muro –que como todos los muros será abatido, antes o después– y menos por la política».
De ahí que sintetice en «reconciliación y diálogo» «las palabras clave para acercar a palestinos e israelíes».
«Dos términos que pertenecen al patrimonio de fe cristiano –apunta–. Los seguidores de Cristo en Tierra Santa son ya una pequeña minoría, pero a ellos les corresponde construir puentes entre judíos y musulmanes, entre palestinos e israelíes».
«La Iglesia universal está llamada a orar por Tierra Santa y a sostener materialmente a las comunidades locales sobre todo con la peregrinación», concluye.
El mismo día del final del asedio de la Basílica de la Natividad, el entonces ministro general de la Orden de los Frailes Menores, el padre Giacomo Bini, en un mensaje enviado a Zenit expresó su gratitud hacia quienes estuvieron cerca de los franciscanos y franciscanas que durante 39 días permanecieron encerrados en el convento de la Natividad: a Juan Pablo II, a los políticos y diplomáticos que les ayudaron, y a los periodistas, que informaron de su situación.
La presencia franciscana en los Santos Lugares hunde sus orígenes en el siglo XIII.