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Estoy capacitado para dar a conocer la postura de la Santa Sede acerca de las ordenaciones episcopales de los sacerdotes Giuseppe Ma Yinglin y Giuseppe Liu Xinhong, que tuvieron lugar, respectivamente, el pasado domingo, 30 de abril, en Kunming (provincia de Yunnan) y el martes, 2 de mayo, en Wuhu (provincia de Anhui).

El Santo Padre ha recibido las noticias con profundo disgusto, ya que un acto tan relevante para la vida de la Iglesia, como es una ordenación episcopal, ha sido realizado en ambos casos sin respetar las exigencias de la comunión con el Papa.

Se trata de una grave herida a la unidad de la Iglesia, para la cual, como es sabido, están previstas severas penas canónicas (canon 1.382 del Código de Derecho Canónico).

Según las informaciones recibidas, obispos y sacerdotes han sido sometidos --por parte de organismos ajenos a la Iglesia-- a fuertes presiones y amenazas, a fin de que tomaran parte en ordenaciones episcopales que, estando privadas del mandato pontificio, son ilegítimas y, además, contrarias a la conciencia de ellos. Varios prelados han opuesto un rechazo a tales presiones, mientras que algunos no han podido hacer otra cosa que soportarlas con gran sufrimiento interior. Episodios de este tipo producen laceraciones no sólo en la comunidad católica, sino también en el interior mismo de las conciencias.

Se está, por lo tanto, frente a una grave violación de la libertad religiosa, a pesar de que se haya intentado, con pretextos, presentar las dos ordenaciones episcopales como un acto necesario para proveer de pastor a diócesis vacantes.

La Santa Sede sigue con atención el doloroso camino de la Iglesia católica en China y, aún consciente de algunas peculiaridades de tal camino, pensaba y esperaba que tales episodios deplorables pertenecieran ya al pasado.

Aquella considera ahora su preciso deber dar voz al sufrimiento de toda la Iglesia católica, en particular a la de la comunidad católica en China y especialmente a la de los obispos y sacerdotes, que se ven obligados contra conciencia a realizar o participar en ordenaciones episcopales que ni los candidatos ni los obispos consagrantes quieren realizar sin haber recibido el mandato pontificio.

Si se corresponde con la verdad la noticia según la cual deberían tener lugar otras ordenaciones episcopales según la misma modalidad, la Santa Sede recalca la necesidad del respeto de la libertad de la Iglesia y de la autonomía de sus instituciones de cualquier ingerencia exterior, y desea por ello vivamente que no se repitan estos inaceptables actos de violenta e inadmisible constricción.

La Santa Sede, en varias ocasiones, ha subrayado la propia disponibilidad a un diálogo honesto y constructivo con las autoridades chinas competentes para hallar soluciones que satisfagan las legítimas exigencias de ambas partes.

Iniciativas como las señaladas arriba no sólo no favorecen tal diálogo, sino que crean nuevos obstáculos contra el mismo.

[Texto distribuido por la Sala de Prensa de la Santa Sede. Traducción del original italiano realizada por Zenit]